El invierno, con su dureza es una época indispensable para que el olivo elabore un buen aceite. El descanso que supone la parada vegetativa del invierno recupera a la planta tras la cosecha, las horas de frío acumuladas son indispensables para la transformación en fruto de las yemas, y por supuesto la nieve en invierno ayuda al suelo a acumular reservas de agua muy necesarias más adelante.
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