Es conocida desde antiguo la afición en muchas localidades de España por festejar el inicio del mes de mayo con la fiesta de las Cruces. Este tipo de fiestas, al comienzo del buen tiempo en el hemisferio norte, tienen raigambre milenaria, pero el Cristianismo las integró con distintos rituales, entre los que destaca el de Las Cruces. Principalmente por el sur hispano es corriente que se adornen altarcillos por calles y esquinas, bien aprovechando un símbolo religioso ya presente (cruz o imagen divina), o bien en cualquier rincón donde se improvisa un escenario que puede estar adornado sobre todo de flores, pero también farolillos, mantones, cortinajes, útiles caseros pulidos y brillantes (quincallería de diverso tipo), espejos, cruces, imágenes religiosas, etc… resultando a veces la escena de un pintoresquismo barroco.
Sin duda uno de los lugares donde se viven con más pasión Las Cruces de Mayo es en Lebrija (Sevilla, Andalucía), población de carácter artesano y agrícola de la llanura del Guadalquivir Bajo, que se vuelca en su fiesta, celebrada durante los dos primeros fines de semana de mayo. Como tantos otros festejos donde ha habido altibajos, este también tuvo momentos de decaimiento, pero después tomó nuevos bríos.
Las Cruces de Mayo de Lebrija (fiesta declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía) revolucionan el pueblo durante esos días, cuyos habitantes se esmeran en preparar cada una de las cruces, y disfrutan de una fiesta muy popular y participativa, donde todas las generaciones están presentes y en la que son parte fundamental las mujeres (se la conoce también como La Fiesta de las Mujeres), siendo imprescindibles el cante, la música, el baile y la comensalía. Normalmente, delante de los altarcillos se colocan tablados donde la gente baila sevillanas y únicamente sevillanas, una variedad de seguidillas de la zona que también se conocen como corraleras. La música, el cante y el baile los ponen los propios espectadores, que van y vienen de una cruz a otra, participando de los distintos ambientes.
No existen grupos musicales organizados, sino que espontáneamente cantan y tocan los más dispuestos, pudiendo sumarse los presentes más próximos. La música está hecha sólo con percusiones (panderetas, almireces, cañas rajadas, sonajeros, botellas ralladas, etc.), y al parecer se prohibió oficialmente el empleo de cualquier otro tipo de instrumentos que no se consideraban “tradicionales”. Ello permite que los espectadores puedan entonar libremente, sin ajustarse al tono de un instrumento afinado.
La fiesta comienza una vez ha oscurecido y dura toda la noche, siendo bien conocido que los más animosos aguantan hasta el día siguiente al grito de “¡hasta el día, hasta el día!”.
Muestra de la animación en una de las cruces lebrijanas la incluimos en la Colección Memorias de la Tradición
[ Ссылка ]
con imágenes tomadas en una de las cruces de Lebrija el sábado 9 de mayo de 2015, en donde, mostrando la libertad expresiva y la versatilidad de la música y las letras, se cantan una variedad de sevillanas corraleras por distintas entonaciones y con distintos grupos de cantaores. Mientras, los bailaores ejecutan preferentemente los pasos de las sevillanas académicas puestas de moda desde hace años por toda la zona y aún por España.
Una de las letras es la conocida como “La Liebre”, una de cuyas versiones dice:
Dijo la liebre
ayúdame a palpitar riá, pitá
mira
dijo la liebre
ayúdame pa pitá riá pitá
mira
que el galgo viene.
Y dijo el galgo
ayúdame pa pitá, ríá pitá,
que me la traigo.
.
Vídeo y texto: Manuel Sánchez Martínez.
Colección Memorias de la Tradición: Licencia Creative Commons BY-NC-SA
En el siguiente blog se pueden encontrar los vídeos de esta colección formando parte de una explicación general, con un índice o clasificación:
[ Ссылка ]
Correo electrónico de contacto:
memoriasdelatradicion@gmail.com
Se ruega citar la procedencia y comunicar los posibles errores
Ещё видео!