Este texto reflexiona sobre la presencia de Dios en nuestras vidas, destacando que su nombre está implícito en cada respiración, independientemente de nuestra creencia. Se explora la revelación de Dios a Moisés y la incertidumbre sobre la pronunciación correcta de su nombre en hebreo antiguo. Se sugiere que las letras YHWH podrían relacionarse con el sonido de la respiración, conectando así la presencia divina con el acto de respirar. Finalmente, se hace referencia al Salmo que concluye que al nacer, el primer acto es respirar el aliento de vida dado por Dios.
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