Sísifo
Destacó entre los hombres de su tiempo por su sagacidad, inteligencia y astucia. Se ha llegado a afirmar que fue el verdadero padre de Ulises, al que transmitió sus cualidades para vencer en la Guerra de Troya.
Engañó al propio Hades para escapar de los infiernos y regresar a la vida.
Pero Zeus, el dios que gobierna sobre todos los dioses, tejió una venganza contra él y le impuso uno de los mayores castigos del mundo antiguo.
Hoy vamos a contar la trepidante historia de Sísifo.
Sísifo era hijo del dios del viento, Eolo, y de Enareta.
Fue el fundador de Éfira, ciudad que luego más tarde sería conocida como Corinto.
Aunque en sus tiempos tenía fama de hombre sabio y astuto, pasó a la posteridad por haber sufrido un castigo eterno y despiadado.
¿Pero qué hizo este rey griego para merecer una condena eterna?
A Sísifo se lo considera como el gran promotor del comercio y la navegación, pero gozaba de una mala reputación debido a su fama de asesino y ladrón de extranjeros, a los que robaba para aumentar sus bienes.
Pero no fue por esa causa por la que recibió el castigo, sino por otra bien distinta y que tiene como protagonista al todopoderoso padre de los dioses, Zeus.
El dios del rayo y del trueno se había prendado de la ninfa Egina, a la que no dudó en raptar convertido en águila y llevarse a un lugar seguro donde abusar de ella y dejarla embarazada.
Sísifo, que conoció el suceso, le reveló al padre de Egina, Asopo, lo acaecido. Cuando Zeus se enteró que Sísifo lo había delatado, tomó cartas en el asunto y tramó la venganza.
Primero, Zeus envió a Tánatos (representación de la muerte) a prender a Sísifo, pero el astuto rey de Corinto consiguió apresar al habitante de los infiernos y evitó que nadie muriera durante ese tiempo.
El propio dios de la guerra, Ares, tuvo que intervenir en el asunto para poder liberar a Tánatos.
Sísifo fue conducido al inframundo y puesto bajo la vigilancia de Tánatos.
Antes de bajar al mundo de los muertos, Sísifo le había encomendado a su esposa que tras su muerte no hiciera celebración alguna por su fallecimiento, como era tradición sagrada entre los griegos. Su mujer cumplió con su mandato.
Esta argucia la aprovechó Sísifo para quejarse de su esposa ante Hades, dios del infierno.
Usando su sagacidad en el lenguaje, consiguió obtener un permiso de Hades para volver a la tierra y reprender a su mujer por no haberle realizado los habituales sacrificios.
Aunque había jurado al dios del inframundo que volvería enseguida, no cumplió con su palabra y consiguió vivir durante otro largo periodo en Corinto.
Pero a pesar de sus intentos por rehuir la muerte, Hades terminó de nuevo por darle caza y lo recluyó en su morada para hacerle cumplir el implacable castigo que había determinado Zeus:
Se pasaría la eternidad subiendo con una enorme y pesada roca por un monte. Cuando estaba cerca de alcanzar a la cima, la roca se caía de sus brazos y debía de nuevo a empezar a subir.
Así debía estar por siempre, subiendo y bajando sin conseguir nunca que la piedra llegara a coronar la montaña.
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