El Angosto de Jaire está constituido por dos inmensas paredes de granito negro, atravesadas por el curso de un arroyo manso que repentinamente se transforma en una vertiente. Es un fino corredor de no más de un metro en su parte más ancha cuyos paredones, cubiertos de musgo y bañados por leves cascadas, son tan altos que no dejan ver el cielo transformándose en un laberinto de helechos, lianas y tupidas arboledas.
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