La presidenta de la Mesa Directiva del Consejo Nacional de Planeación, Amanda Vargas Prieto, participó en el foro ¿qué tiene que ver la planeación participativa con la crisis climática y ambiental? desarrollado en el marco de la COP16 que se está llevando a cabo en la ciudad de Cali.
Este espacio se desarrolló en el stand del Departamento Nacional de Planeación (DNP), ubicado en la Zona Verde de la COP16, específicamente en el distrito “Educación y participación” del Bulevar del Río Cali.
En cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo 2022 – 2026 “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, el Departamento Nacional de Planeación, por medio de la Dirección de Gobierno, Derechos Humanos y Paz ha venido desarrollando diversas actividades para reglamentar el Sistema Nacional de Planeación -SNP y fortalecer la planeación participativa. En ese sentido, en el marco de la COP16, el DNP convocó a Amanda Vargas Prieto (CNP), Ricardo Jaramillo (Organización Viva La Ciudadanía) y Educardo Cobos (Lider social y ambiental) para dialogar alrededor de la importancia de la planeación participativa en la mitigación del cambio climático y la transición energética justa. La conversación buscó generar propuestas sobre las garantías para participar en el ordenamiento y la planeación del territorio y su concreción en instrumentos de política nacional y territorial, en especial el SNP.
La consejera Amanda Vargas Prieto (sector Educativo y Cultural), inicio su participación enfatizando la urgencia de replantear la planeación territorial en Colombia con un enfoque medioambiental y de transición energética, advirtiendo que el modelo económico actual puede llevar a crisis profundas. Propone invertir el proceso de planeación, desarrollándolo desde las necesidades locales, asegurando que los territorios, que comprenden mejor sus contextos, lideren los procesos.
Por otra parte, subrayó la importancia de considerar el eje ambiental de forma transversal en todos los sectores y de asegurar la efectividad de las acciones mediante evidencia científica, integrando ciencias exactas y sociales, con apoyo de la academia. La consejera Amanda Vargas defiende la necesidad de una gobernanza participativa y critica la dependencia de la virtualidad para la participación ciudadana, insistiendo en la importancia del trabajo de campo y en un enfoque etnográfico que permita comprender las problemáticas locales, como la minería ilegal.
Destaca que la planeación participativa requiere seguimiento, rendición de cuentas y cronogramas claros para garantizar su impacto. Frente al proceso de reglamentación del Sistema Nacional de Planeación, señala que este debería fortalecer aún más la planeación participativa, considerando este enfoque como alineado con los desafíos actuales.
Por su parte Ricardo Jaramillo de Viva La Ciudadanía explora cómo el cambio climático impacta contextos específicos en Colombia, citando casos como Nuquí, donde la conflictividad armada se entrelaza con factores ambientales. Señala un desacoplamiento entre las políticas y su aplicación en territorios, resaltando la necesidad de instancias de participación, como el Consejo Nacional de Planeación (CNP), para fomentar el diálogo entre estos fenómenos.
Propone cuatro estrategias clave para integrar medidas efectivas: condiciones técnicas, herramientas específicas, conocimiento aprendido de los procesos de planeación y un análisis de las condiciones sociopolíticas, tomando en cuenta los tiempos de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) y los Planes de Desarrollo Territorial (PDT). Ricardo destaca la importancia de considerar diversos actores y sus agendas para una implementación integral y sugiere que se exploren soluciones colaborativas en los PDT y alianzas para fortalecer la participación y la puesta en marcha de estas iniciativas.
Así mismo Eduardo Cobos menciono que la planeación en Colombia es relativamente reciente, con avances significativos desde la Constitución de 1991. Destaca el inicio de la práctica de planeación en 1994, donde se comenzaron a estructurar planes de gestión para residuos sólidos, hablando desde un enfoque participativo. Además, enfatiza la importancia de la conciencia individual como elemento fundamental para lograr un impacto positivo en la gestión ambiental.
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