Dentro de un evidente clima de polarización política en los últimos años, la Avenida Juan Pernalete -que sube desde el distribuidor de la Autopista Francisco Fajardo hasta la Plaza Altamira Sur frente al sector denominado El Dorado-, se convirtió en el epicentro de violentas manifestaciones y verdaderas contiendas humanas de origen político. La avenida fue protagonista tanto de cambios físicos comos de hábitos urbanos; sus muros rayados con propaganda política y mensajes de protesta acompañaron a graffitis, rejas, alcantarillas sin tapas, mobiliarios urbanos dañados, y jardines devastados, entre otras manifestaciones evidentes, así como el cambio horario de las actividades y el abandono de la calle a partir del atardecer.
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Es por ello, que la intervención en el pavimento con el dibujo de rayas de distintos largos y colores de las aceras aparece como una delimitación del área que se reclama para el peatón. Sobre las bandas de pintura que dibujan una alfombra virtual, que delimita el terreno de los peatones, se colocan gestos pictóricos que se refieren a dos temas diferentes: una flor del árbol “Tupilán o Gallito Africano”, denunciando su escasez por la tala en la zona de tales valiosos especímenes; y por otra, tipográficamente los nombres de los caídos con la idea de preservar la memoria de la tragedia de lo acontecido y el deseo consciente de no olvidarlo.
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Con la demarcación de un patrón lineal continuo en las aceras y la calzada de servicio, se pretende dar un efecto de unidad y de sutura urbana en sentido Norte –Sur, que proporcione nuevas dinámicas sociales al sector, regenerando su tejido social.

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