La fuente de esas espectaculares imágenes no dejaba duda sobre su autenticidad: habían sido obtenidas, ni más ni menos, que por el Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA, quizá el más sofisticado de todos los satélites con los que la Ciencia estudia el comportamiento del sol.
Pronto, otras "teorías" empezaron a inundar la red, y junto al ovni gigante, preludio inequívoco de una inminente invasión de la Tierra, surgieron otras interpretaciones de carácter más "científico". Entre ellas, que se trataba de un agujero negro que estaba empezando a devorar al Sol, o de un enorme planeta errante que le había pasado rozando.
Los científicos que estudian el Sol conocen de sobra el fenómeno, que está perfectamente documentado. Se trata de una especie de hueco transitorio en el plasma solar , que se conecta a la superficie por medio de un vórtice de filamentos y que, además, suele estar asociado a una eyección de masa coronal (CME), esas nubes ardientes de materia que el Sol expulsa en periodos de actividad máxima y que, cuando llegan a la Tierra, pueden provocar averías en los satélites y en los sistemas eléctricos y de comunicaciones.
No hubo, pues, ni ovnis gigantes, ni agujeros negros, ni planetas errantes... Solo un fenómeno natural que, a pesar de ser habitual entre los científicos, es poco conocido por el público en general. Fuente: abc.es
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