"El Santo del día, una luz que guía nuestro caminar"
Hoy, 29 de junio, conmemoramos la solemnidad de San PEDRO y San PABLO, Apóstoles.
Son los dos pilares que sostienen a toda la construcción del cristianismo. A ellos se debe en primer término que la doctrina de Jesús se haya extendido alrededor del planeta. Ambos anunciaron el Evangelio en la fe y el amor a Jesucristo, y ambos murieron martirizados durante el reinado del emperador Nerón.
SAN PEDRO, llamado originalmente Simón Bar Jona, nació en Bethsaida, Galilea, al norte del actual estado de Israel. Pescador de oficio, fue uno de los discípulos de Jesús, quien lo eligió como base del edificio de Su Iglesia, otorgándole de manera simbólica la llave que abre la puerta del Reino de los Cielos. San Pedro, como primer Papa de la cristiandad, y en todos sus sucesores, recayó el peso de mantener la unidad de la Iglesia en la comunión de la fe y la caridad.
Su labor parecía imposible, pues la religión de los romanos estaba compuesta por dioses propios y por deidades de las que se apropiaban en conquistas, y en general la idea de un Cristo Redentor era completamente ajena a sus creencias. Sin embargo, la labor de San Pedro fructificó y ha perdurado dos mil años.
Luego de la muerte de Jesús, San Pedro viajó a Roma, capital del Imperio, para predicar y establecer ahí la sede de la Iglesia de Jesucristo. Cuando lo capturaron, San Pedro pidió que lo crucificaran de cabeza.
SAN PABLO nació en Tarso, en la actual Turquía, en una familia de judíos pudientes que también eran ciudadanos romanos; al mismo tiempo, el entorno cultural en el que creció era griego.
Paulo, que es la forma romana de decir su nombre hebreo, Saulo, al igual que su padre aprendió el oficio de tejedor de tapetes, y también perteneció a los fariseos, o teólogos judíos.
Para proseguir sus estudios teológicos, Saulo viajó a Jerusalén, donde se le enseñó que había surgido una secta peligrosa que amenazaba al judaísmo, y por ese convencimiento se prestó a perseguir a los primeros cristianos.
Como cuentan los Hechos de los Apóstoles, una especie de rayo fulminó a San Pablo derribándolo, y en medio de un resplandor muy intenso el propio Jesús se le apareció, cuestionándole su actitud.
Esta experiencia lo hizo cambiar radicalmente. En Damasco recibió el bautismo, y se convirtió en el mayor predicador que haya tenido la fe cristiana. San Pablo fue el “Apóstol de los Gentiles”. Sus Epístolas y el resto de sus escritos fueron fundamentales para que el cristianismo se extendiera por todo el Mediterráneo.
El apóstol San Pablo murió decapitado, ya que como ciudadano romano gozaba de esa gracia que lo eximía de la crucifixión.
SAN PEDRO y SAN PABLO nos enseñan a recibir a Jesús en nuestros corazones.
Tambien en este día recordamos a:
- Santa Emma de Gurk – Viuda
- San Siro de Génova – Obispo
- Santa Benedicta de Cádiz – Religiosa
- Beato Raimundo Lulio – Terciario Franciscano
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