Reconocer las emociones con las que respondemos a todo lo que nos pasa en el día a día, es el primer paso, para avanzar en el camino de recuperar nuestro equilibrio personal. Una vez que las definimos, aceptarlas sin excusas, sin querer minimizarlas, con valor, humildad y sabiduría al mismo tiempo, es lo que nos permitirá buscar sus raíces en nuestro interior, para hacer el trabajo de aceptar, perdonar y reconciliarnos con ese evento del pasado que todavía nos mantiene atados a esa emoción y a ese recuerdo que continua siendo un pendiente por resolver y superar.
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