En la Grecia clásica, el canon de belleza femenina se basaba en ideales estéticos que se reflejaban en el arte y la cultura de la época. Las mujeres consideradas bellas se ajustaban a ciertos estándares físicos y rasgos estéticos específicos. Se valoraba una complexión delgada pero con curvas suaves y proporcionadas, un rostro simétrico, ojos grandes y almendrados, labios llenos y una frente amplia. El cabello era preferiblemente largo y ondulado.
En cuanto a la expresión artística, las esculturas y pinturas de la época representaban a las mujeres con cuerpos esbeltos, formas suaves y una sensación de armonía y equilibrio. Se buscaba la representación de una belleza natural, sana y equilibrada, asociada con la salud y la fertilidad.
Además de los rasgos físicos, la belleza femenina en la Grecia clásica también estaba vinculada a la gracia, la modestia y la virtud. Las mujeres ideales eran retratadas como serenas, recatadas y elegantes, cualidades que se consideraban igualmente atractivas.
Estos cánones de belleza, tanto físicos como de carácter, influenciaron la representación de la mujer en el arte y la cultura de la época, y reflejaron las normas y valores de la sociedad griega antigua.
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