Momentos de alta ciencia se vivieron en la Gran Cruzada Apostólica e Ciudad del Este, donde muchas almas entregaron su vida a Cristo; cientos de ellos fueron libres de ataduras, enfermedades y toda clase de aflicciones. Así sucedió con esta madre que asistió con la fe puesta en Cristo, y la convicción de que al oír la palabra de Dios de la boca de su Profeta su vida iba a cambiar.
Fue así como el Apóstol José Duarte se acercó a ella en medio de la multitud y preguntó quién estaba orando por un Juan, pues Dios quería hacer a esta alma libre de los vicios. Ella se levantó diciendo que se trataba de su hijo, por quien estaba orando al Señor.
La palabra del Profeta de Dios llegó justo a tiempo no solo para cortar esos vicios, ¡sino espíritus de accidentes que planeaban quitar la vida a esta persona y a un amigo suyo de nombre José! Un Ángel muy alto como de cinco metros de altura se manifestó a favor del hijo de esta madre por causa de una oración sincera de corazón. Pero ella recibió más que eso al ser libre de una angustia y aflicción profunda que le produjo la pérdida de un ser querido, y sana de un dolor en ese mismo instante.
¡No hay límites para lo que el Señor quiere hacer en esta nación!
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