Bajo la protección de Carlos Martel, quien unifico el reino Franco, expulso a los musulmanes, y era el abuelo de Carlomagno, Bonifacio viajó por toda Alemania predicando a Jesucristo,
Alrededor del año 723 Bonifacio viajó a la Baja Sajonia, cerca de Geismar donde iban a realizar un sacrificio humano, un niño seria sacrificado a Thor, el dios del trueno, en la base de un roble al que consideraban sagrado y que era conocido como “El Roble del Trueno”.
El verdugo levantó un martillo para ejecutar al pequeño niño que había sido colocado para el sacrificio. Pero en el descenso, el Obispo extendió su báculo para bloquear el golpe y milagrosamente rompió el gran martillo de piedra y salvó la vida del niño.
San Bonifacio, tomó un hacha y cortó el árbol que adoraban los paganos y representaba a Ygdrasil y a Thor, que eran dioses falsos.
Tomó el árbol cortado, construyo una capilla y en ella decoró un abeto con manzanas de colores y velas.
Mandó a llamar a los niños del pueblo y les contó la historia de la salvación, desde adán y Eva y luego la natividad de Jesucristo, el Mesías, luego les repartió las manzanas y los dulces.
Al día siguiente llegaron más niños con sus padres que también querían saber la historia del mesías y les gustaban las manzanas…
Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas o luces, representan la luz de Jesucristo como luz del mundo el amor de Cristo. Así que es una representación del árbol del edén. Y la estrella que se coloca en la punta del árbol, representa la estrella de Belén, que anuncia la redención de la humanidad.
Conforme pasó el tiempo, las manzanas y las luces, se transformaron en esferas y otros adornos.
A Inglaterra el árbol de navidad llegó en 1.846 gracias al matrimonio del Príncipe Alberto (alemán de nacimiento) con la Reina Victoria cuya madre también era Alemana.
La tradición que iniciara san Bonifacio, se desperdigó por el mundo con Fuerza gracias a la revolución industrial, la expansión imperial Inglesa y las luces eléctricas
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