Padre Pío vs. Mujer poseída
Una mujer en un estado visiblemente más perturbador que el de una simple enfermedad mental irrumpió en la iglesia.
Su rostro estaba grotescamente deformado y sus ojos brillaban de una manera tan extraña que los presentes huyeron aterrorizados.
¡Yo soy la dueña de esta iglesia!", clamaba con voz desafiante.
Al ver una imagen de San Miguel Arcángel, la mujer gritó con furia:
¡Tú no has vencido! ¡Yo soy quien ha ganado!
Su comportamiento extremo llamó la atención del Padre Pío, que en ese momento estaba confesando.
A pesar de las advertencias del sacristán para que no se acercara, el Padre Pío, sereno, respondió: "No temas...
¿Acaso le tememos al diablo?
La fuerza de la confesión
El Padre Pío se acercó a la mujer y le ordenó: "¡Apártate de ahí!".
Ella, con súplica en su voz, le rogó: "¡Por favor, no me envíes lejos!
¡No me eches!".
Él le pidió que se sentara y esperara hasta que terminara de confesar a los demás fieles.
Más tarde, encontró a la mujer tranquila y la llevó a un confesionario.
Al salir, "su rostro era como el de un ángel".
El Padre Pío tenía una confianza inquebrantable en el poder transformador de la confesión; hoy en día, los exorcistas recomiendan esta práctica como una defensa esencial contra la influencia de las fuerzas malignas en el alma.
Ещё видео!