Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las negociaciones entre el PSOE y Esquerra para asegurar la investidura de Salvador Illa ofreciendo una financiación singular para Cataluña.
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Dos hombres ante su destino. Desigual destino. Y desiguales hombres. Uno que advierte que él no va a dimitir bajo ninguna circunstancia, otro que aún no tiene cargo del que dimitir porque para tener un cargo necesita enamorar a Marta Rovira.
Van a ser los protagonistas del día:
· Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado (Sánchez habla de él como si fuera uno de sus ministros).
· Y Salvador Illa, que fue ministro y que no consigue sacudirse la imagen de discípulo tutelado por su antiguo jefe (cómo se la va a sacudir si es Sánchez quien asume en primera persona, dos tazas de personalismo, la ceremonia del cortejo de la señora expatriada en Suiza). Si la investidura del presidente del gobierno de España se coció en Bruselas, la del presidente de la Generalitat de Cataluña no termina de romper a cocer en Ginebra, que es donde -homenaje a Calvino- se mandará a la hoguera bien a Puigdemont, bien a Illa.
El fiscal general del Estado defenderá que la malversación es amnistiable
El fiscal general del Estado defenderá hoy ante los fiscales top del Supremo que la malversación, también llamada corrupción, es perfectamente amnistiable. Si de él dependiera, Puigdemont estaría ya hoy limpio de polvo y paja y escribiendo tuits en su casa de Girona. Pero de él no depende.
Puede imponer su criterio a los fiscales del procés, pero nada puede hacer si los jueces del Supremo deciden que hay que consultar al Tribunal de Justicia Europeo. El gobierno aplaudirá al fiscal, pero nada cambia en el desenlace final de esta historia.
Illa calcula que dentro de dos meses podrá ganar la investidura
El ganador de las elecciones, ex ministro Illa, quiere tiempo porque de ser mañana perdería la votación pero si es dentro de dos meses calcula que podrá ganarla. ¿Y entre medias, qué? Ah, entre medias el juego de tronos que se está viviendo en Esquerra y la aparición estelar del gobierno de España como actor en la negociación de dos partidos catalanes.
El precio de investir a Sánchez
Es natural que el presidente reclame su protagonismo porque quien tiene firmado un acuerdo con Esquerra desde el mes de noviembre no es Illa sino él, no es el PSC sino el PSOE. Podría parecer que esto de la financiación exclusiva para Cataluña es el precio de investir a Illa, pero en rigor fue el precio de investir a Sánchez.
Habrá que reconocerle al presidente el talento para pagar dos veces con el mismo billete. Mes de noviembre: ¿Esquerra me ordeña, con eñe, una financiación exclusiva para investirme? Sea. Mes de junio: ¿Esquerra me ordeña, con eñe, la misma financiación exclusiva para investir a Illa? Sea de nuevo. Total, ya se había comprometido a pagar el precio. Ahora puede obtener dos sillones al precio de uno. Luego se queja el personal de que Sánchez se perpetúe en la Moncloa, pero es que a sus socios les tiene tomada la medida.
El asunto se gestiona en Madrid y en Ginebra
Hoy el PSC se reunirá con Esquerra (con una de ellas, porque empiezan a parecer varias y garrotazos entre ellas) y fingirá que es en esa reunión donde se debate sobre recaudación y gestión de impuestos. Nada que ver con la realidad. El asunto se gestiona en Madrid -ministerio de Hacienda, que es quien le está haciendo las cuentas a la financiación exclusiva-, y en Ginebra, que es donde está afincada Rovira.
Labor evangelizadora de la financiación singularísima
Zapatero, recuperado ya de su gatillazo como movilizador de votos izquierdistas (le ganó Feijóo el nueve de junio por setecientos mil), y ayuno de campaña electoral en la que dar mítines salvo que se anime a debutar en las presidenciales de Venezuela, se entrega de nuevo a su labor evangelizadora, que lo mismo vale para los indultos que para la amnistía que para la financiación singularísima.
Puigdemont imputa a Sánchez chantajear a Cataluña
Puigdemont ha hecho sonreír a más de uno al imputar a Sánchez chantaje a Cataluña. ¿Qué es esto de que la financiación se condicione a que sea investido Illa? Hay que entender que Puigdemont está acostumbrado a poner él las condiciones para investir, no a que le ponga las condiciones quien aspira a ser investido.
¡Chantaje!, dice el fijador de precios para investiduras en las Cortes. Y el personal que lo escucha, claro, sonríe. Cómo no va a sonreir. Es un hombre peleando por mantener vivas sus opciones de ser investido él. Es el otro pretendiente en el cortejo, embarazoso, del que está disfrutando la señora Rovira.
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