Hay tres puntos principales de contacto entre la espiritualidad del Adviento y la vida consagrada. Ante todo la insatisfacción en cuanto conciencia de los bienes que sólo Jesucristo puede traernos; en segundo lugar, el conocimiento de uno mismo, que nos lleva a prepararnos para recibir al Señor y que nos invita a ser coherentes con nuestros compromisos; finalmente la certeza de que no vamos solos: como creyentes nuestra peregrinación es comunitaria.
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