Este Salmo establece que los que abundan en oración ferviente cuando están sometidos a problemas y tentaciones, en el momento debido abundarán en alabanza de gratitud, que es el lenguaje verdadero del gozo santo.
Debemos hablar especialmente de la prodigiosa obra redentora de Dios mientras declaramos su grandeza. Porque ni la liberación de los israelitas ni el castigo de los pecadores proclaman con tanta claridad la justicia de Dios como la cruz de Cristo la exhibe a la mente iluminada.
Puede decirse verdaderamente de nuestro Señor que sus palabras son palabras de bondad y gracia; Sus obras son obras de bondad y gracia. Está lleno de compasión.
El Salmo 145 demuestra que la grandeza de Dios afecta nuestra vida diaria si nos acostumbramos a centrar en Él todo lo que nos acontece y todo lo que a nuestro alrededor sucede.
Donde Dios está hay un perfume diferente, la atmósfera se transforma, y su fragancia llena toda la vida, toda nuestra casa, el trabajo, nuestra mente y donde quiera que vayamos nos acompaña.
Hay algo en la vida de quienes se centran en Dios y su grandeza, que cuando caminamos por el sendero de la existencia, la misma gente se da cuenta que hay “algo especial” que dejamos cuando estamos con ellos, por lo que es hermosa, maravillosa y digna de confianza.
El ritual del Salmo 145 es para quitarse el miedo que puede provocar estar ante una situación en específico, por lo que se debe recitar en voz alta mientras escribimos en una hoja de papel sobre esa situación que será superada gracias a la bondad y el poder de Dios.
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