El Salvador es uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de homicidios de 36 por cada 100.000 habitantes en 20201. Gran parte de esta violencia se debe a la presencia de las pandillas o maras, que se disputan el control del territorio, el narcotráfico y la extorsión. Estas organizaciones criminales tienen miles de miembros, que se identifican por sus tatuajes y su lealtad a la Mara Salvatrucha (MS13) o a la Pandilla 18, que se divide en dos facciones: la Sureña y la Revolucionaria. Ante esta situación, el gobierno del presidente Nayib Bukele ha implementado una estrategia de seguridad llamada Plan Control Territorial, que consiste en desplegar a miles de policías y militares en los lugares más afectados por las maras, para capturar a sus cabecillas, decomisar sus armas y drogas, y brindar oportunidades de desarrollo a la población
En este reportaje, el periodista Daniel Hernández nos muestra cómo las maras se esconden literalmente como ratas en las paredes de sus casas, donde construyen caletas o túneles para ocultarse cuando llegan los uniformados. Estas caletas son similares a las que usan los narcotraficantes, y tienen espacio para guardar provisiones y permanecer encerrados durante varios días. Hernández también nos cuenta cómo algunos pandilleros intentan camuflarse como personas de bien en la comunidad, haciéndose pasar por pastores evangélicos, vendedores informales o campesinos.
El reportaje también expone las consecuencias legales que enfrentan los pandilleros que son capturados, ya que el gobierno ha aumentado las penas por pertenecer a una pandilla, que pueden llegar hasta los 15 años de cárcel3. Además, los pandilleros temen estar en la prisión, donde tienen condiciones más severas de encierro y donde pueden ser víctimas de ataques de otras facciones rivales.
Ещё видео!