La parte clave de esta regla implica centrarse en lo que sí podemos controlar: nuestras propias acciones, pensamientos y actitudes. En lugar de desperdiciar energía y emociones en preocupaciones inútiles sobre lo que no podemos cambiar, se nos anima a dirigir nuestra atención y esfuerzos hacia lo que sí podemos influir. Esto implica cultivar virtudes como la sabiduría, la valentía, la justicia y la templanza en nuestras vidas diarias.
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