Vídeo INÉDITO del difunto Padre Jorge Loring. Este vídeo fue de los primeros que realizó el Padre Loring en el sistema VHS. Por lo tanto tiene mucho valor sentiemental e histórico. Año de filmación: 1991. Sistema Beta. VHS.
SANTO CÁLIZ.
La tradición nos dice que es la misma Copa que utilizó el Señor en la última Cena para la institución de la Eucaristía, que luego fue llevado a Roma por San Pedro y que conservaron los Papas sucesores a éste hasta San Sixto II, en que por mediación de su diácono San Lorenzo, oriundo de España, fue enviado a su tierra natal de Huesca en el siglo III para librarlo de la persecución del emperador Valeriano. Recomienda esta permanencia del Santo Cáliz en Roma la frase del Canon Romano mencionada antes: “Tomo este Cáliz glorioso”, hoc praeclarum calicem; expresión admirativa que no encontramos en otras anáforas antiguas, y no podemos olvidar que la plegaria eucarística romana es la versión latina de otra en lengua griega, pues ésta fue la propia de la Iglesia de Roma hasta el Papa San Dámaso en el siglo V.
Durante la invasión musulmana, a partir del año 713, fue ocultado en la región del Pirineo, pasando por Yebra, Siresa, Santa María de Sasabe (hoy San Adrían), Bailio y, finalmente, en el monasterio de san Juan de la Peña (Huesca), donde puede referirse a él un documento del año 1071 que menciona un precioso cáliz de piedra.
La reliquia fue entregada en el año 1399 al Rey de Aragón, Martín el Humano que lo tuvo en el palacio real de La Aljafería de Zaragoza y luego, hasta su muerte, en el Real de Barcelona en 1410, mencionándose el Santo Cáliz en el inventario de sus bienes (Manuscrito 136 de Martín el Humano. Archivo de la Corona de Aragón. Barcelona, donde se describe la historia del sagrado vaso) Hacia 1424, el segundo sucesor de Don Martín, el Rey Alfonso V el Magnánimo llevó el relicario real al palacio de Valencia, y con motivo de la estancia de este Rey en Nápoles, fue entregado con las demás regias reliquias a la Catedral de Valencia en el año 1437 (Volumen 3.532, fol. 36 v. Del Archivo de la Catedral).
Fue conservado y venerado durante siglos entre las reliquias de la Catedral, y hasta el siglo XVIII se utilizó para contener la forma consagrada en el “monumento” del Jueves Santo. Durante la guerra de la Independencia, entre 1809 y 1813, fue llevado por Alicante e Ibiza hasta Palma de Mallorca, huyendo de la rapacidad de los invasores napoleónicos. En el año 1916 fue finalmente instalado en la antigua Sala Capitular, habilitada como Capilla del Santo Cáliz. Precisamente esta exposición pública permanente de la sagrada reliquia hizo posible que se divulgara su conocimiento, muy reducido mientras permaneció reservado en el relicario de la catedral.
Durante la guerra civil (1936-1939) permaneció oculto en el pueblo de Carlet. El Beato Juan XXIII concedió indulgencia plenaria en el día de su fiesta anual, el Papa Juan Pablo II celebró la Eucaristía con el Santo Cáliz durante su visita a Valencia el 8 de noviembre de 1982 y lo mismo sucedió con Su Santidad Benedicto XVI que celebró la Eucaristía con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias, el 8 de Julio de 2006.
¿Es auténtico?
Ya hemos dicho que la crítica negativa nos dice que ya en tiempos de Jesús era una valiosa antigüedad y hay una costumbre israelita que nos da un dato positivo importante; en efecto, todavía en la actualidad cada familia judía conserva con cariño la “copa de bendición” para las cenas pascual y sabáticas. Los evangelios nos dicen que Jesús celebró el rito pascual en una sala decorosa, amueblada con divanes (Mc 14, 15) ¿Extrañaría que la familia que lo acogió no pusiese ante el Señor la preciosa copa familiar para que pronunciase las bendiciones rituales, la última de las cuales se transformó en la primera consagración eucarística del vino en la Sangre del Redentor? Hemos visto demasiadas escenas “pobres” de la última Cena, con los discípulos sentados en el suelo y Jesús tomando en sus manos un humilde vaso de barro... pero no fue así.
Así pues, los Apóstoles y los primeros cristianos pudieron identificar el vaso de la primera Eucaristía y conservarlo a pesar de su fragilidad ¿Cómo pudo conservarse intacto los primeros y azarosos mil años si no es porque lo protegía la memoria de un misterio sacratísimo?
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