Cosechamos lo que sembramos. Si actuamos mal, nos va mal, y si actuamos bien, pues nos irá bien. Así funciona esta ley de causa y efecto o Ley del Karma.
En la vida existen muchas situaciones donde debemos saber escoger las decisiones correctas. El equivocarnos no obliga a retroceder en nuestro ascenso como personas y nos puede conducir al fracaso existencial, ya sea en un tema o en otro. En el amor, en el estudio, en los negocios, en el deporte, en cualquier ámbito de nuestra existencia la ley del karma ha funcionado, funciona y seguirá funcionando. Así de simple es el asunto.
El universo no se detiene a ver si lo que acabamos de hacer esta mal y puede ayudarnos a cambiarlo. No señor, las malas decisiones siempre nos conduciran a obtener aquello en lo cual decidimos dirigirnos.
Es como el delincuente, que por más que rece y suplique, siempre sus acciones lo conducirán al karma, a las situaciones de todos conocidas, consecuencia de sus malas acciones.
Igualmente sucede con aquella persona que vive haciendo el bien, que vive sirviendo y dando de más a los demás, algún día termina obteniendo su recompensa, puede que no la veamos representada en dinero o fama, pero si en al menos el reconocimiento y sentimiento de gratitud de los demás hacia sus benévolas intenciones.
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