Inteligencia artificial para pilotar aviones, prótesis controladas por el cerebro y pantallas en lugar de ventanas son sólo algunos de los avances que veremos en 30 años. Pero… ¿Cómo será el mundo en 2045? ¿Viviremos en un entorno futurista en el que los coches se conducirán solos y las máquinas lo harán todo por nosotros? ¿O el mundo de dentro de 30 años seguirá siendo muy parecido al actual?
Asesores del Pentágono, del Foro Económico Mundial y de otras organizaciones han intentado adelantarse al futuro y han ofrecido algunas ideas sobre los avances tecnológicos que dominarán nuestras vidas. Y parece que se concentran en el desarrollo de robots inteligentes, de comunicaciones neuronales y de edificios transformados en mini ciudades.
La IA estará en todas partes
Los ingenieros llevan ya bastantes años trabajando en Inteligencias Artificiales (IA) que sean lo suficientemente autónomas como para realizar actividades muy complejas sin necesidad del concurso del ser humano. Empresas como Google y Tesla ya han construido varios prototipos de coches autónomos, por ejemplo, y el gran reto de 2045 será conseguir que las IA piloten aviones de pasajeros desde su despegue hasta su aterrizaje.
Eso sostienen diversos asesores del Pentágono, que también apuntan que el futuro en las relaciones humanas estará en las comunicaciones neuronales, o lo que es lo mismo: relacionarnos sin necesidad de intercambiar una palabra. Esas señales cerebrales también nos permitirían controlar todo tipo de gadgets.
«La inteligencia artificial también llevará un paso más allá la definición de edificios inteligentes”, apunta el futurólogo Ian Pearson. Es más, el experto aventura que en 2045 los habitantes de estas smart cities podrán hablar con las construcciones para regular la temperatura, por ejemplo, y algunos de ellos, los más altos, hasta podrían convertirse en ciudades en miniatura.
En cuanto a robots, además de que se trabaja para que haya máquinas capaces de aprender y entender nuestro lenguaje y otras que desarrollen un “sistema artificial empático” capaz de detectar nuestros estados emocional y físico, los científicos de DARPA, dependiente del Departamento de Defensa de Estados Unidos, aseguran que están desarrollando “drones vampiro”: drones que, cuando cumplan su misión, desaparecerán, se evaporarán (de una manera muy literal).
El conjunto de expertos avecina que las máquinas serán también las que se encarguen de la construcción de edificios, que aprovechará mucho más la impresión 3D y los trabajadores llevarán exoesqueletos que les conferirían capacidades casi sobrehumanas, como una gran fuerza y visión nocturna. Tal y como explican, se tratará de evoluciones de modelos militares que el ejército estadounidense tiene actualmente en desarrollo.
La importancia de la nanotecnología
Un aspecto en el que ya se está investigando es en el descubrimiento de nuevos materiales de construcción. La nanotecnología es un campo que está avanzando con rapidez en los últimos años, y puede conseguir tanto materiales más resistentes y ultra ligeros como revestimientos tipo aerosol que sean capaces de transformar la luz del sol en energía eléctrica.
También puede ayudar enormemente a mejorar la calidad de vida de los seres humanos en otros aspectos. Será posible crear lentillas de visión nocturna y prótesis que se controlen directamente con nuestros impulsos cerebrales, y hay quien afirma que, para 2045, el hombre será inmortal. José Luis Cordeiro, profesor de la Singularity University en Silicon Valley, asegura que “entre el año 2029 y el 2045 vamos a tener computadoras con más transistores que neuronas tiene nuestro cerebro. Y ese será el inicio de la singularidad tecnológica, cuando la inteligencia artificial alcance a la inteligencia humana”. En ese momento, apunta el profesor, acabará la “edad humana y empezará la edad posthumana” en la que podrá construirse un software que asuma la inteligencia combinada de todos los hombres.Cordeiro cree defiende la teoría de ‘La muerte de la muerte’. Una idea basada en que las enfermedades incurables de la actualidad se superarán para 2045 porque se habrá abaratado la secuenciación del genoma de una persona concreta, y ésta podría diseñar a sus descendientes para que no tuvieran la predisposición genética a padecer esas enfermedades. El hombre acabaría siendo inmortal.
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