Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el discurso de Pedro Sánchez en el Congreso culpando a la derecha de caricaturizar a la inmigración y alimentar la xenofobia, mientras su gobierno no reforma la ley de extranjería que aceleraría la regulación de miles de inmigrantes en España.
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Milton va pasando. Empezó a barrer el estado de Florida, costa oeste, en Cayo Siesta, Sarasota, Venecia, a las dos y media y ahora ya se ha adentrado en el Atlántico perdiendo fuerza. Ayer contábamos a esta hora que había alcanzado categoría cinco, la máxima, esta madrugaba estaba en tres cuando tocó tierra, y ahora ya anda entre el dos y el uno.
Lo que toca ahora en los condados que han sufrido la embestida es atender heridos, valorar daños materiales y dolerse por los muertos. Porque hay personas fallecidas. Las que residían, por ejemplo, en una residencia de mayores de Fort Pierce. Y toca regresar a casa para las decenas de miles de personas evacuadas de las localidades donde se sabía que Milton resultaría una amenaza.
Milton ya pasó. Pero en coincidencia con Milton se ha publicado el informe sobre el estado del clima de una universidad de Oregón que dice que el aumento de la temperatura hace que al agua de la superficie marina, por ejemplo en el golfo de Méjico, se convierta en gasolina para los ciclones. No significa que tenga que haber más pero sí que los que haya serán más intensos que sus antecesores.
El gobierno hizo una exhibición de trumpismo fabricando una realidad alternativa
El martes, el gobierno de España hizo una consumada exhibición de trumpismo. Fabricó una realidad alternativa, se inventó un auto fake de la Audiencia Provincial, atribuyó a los jueces la posición contraria a la que han asumido y proclamó que la reforma legal que ha llegado al Senado para convalidar las penas cumplidas por reclusos etarras es la misma que aprobó Rajoy en 2014 sin alcanzar a explicar, claro, cómo un texto idéntico, el mismo literal, puede tener ahora el efecto contrario al que tuvo en 2014.
Si la realidad me es adversa, fabrico otra. Ayer, todos y cada uno de los ministros en cuyo nombre habla la ministra portavoz, empezando por su jefe, el gran jefe, el presidente Sánchez, tuvieron ocasión de rectificar ante la prensa la sucesión de falsedades que el día antes fue propalada. Ninguno, naturalmente, lo hizo. Lo que convierte a todos en colaboradores de la pasmosa maniobra de engaño.
Sánchez sabe que los bulos calan en la opinión pública
Ya lo dijo ayer el presidente: los bulos, las mentiras, las intoxicaciones se lanzan en el convencimiento de que por muy burdos que sean, calan en la opinión pública.
Sabe el presidente de lo que habla, aunque naturalmente esto no lo dijo ayer pensando en su gobierno sino en la oposición. Porque los bulos, en el mundo Sánchez, son todos de derechas. Y de ultraderechas. Y de Trump y de Milei y de Bolsonaro, nunca de gente de su cuerda.
Fiel a este patrón de conducta gubernativa, ya muy contrastado, que consiste en recurrir a distorsiones, trucos, medias verdades y juegos de manos en lugar de defender abierta, y verazmente, sus posiciones, el presidente dejó pasar la oportunidad de exponer ante la opinión pública española, adulta, madura, los motivos que le llevan a pensar que aquello que hasta ahora no era conveniente -que reclusos de ETA vean acortada su estancia en prisión haciendo un nuevo cómputo de sus penas- sea ahora pertinente e incluso deseable.
El gobierno cambia de opinión pero se niega a explicar las razones de ese cambio
El gobierno ha cambiado de posición, como bien aquellos a los que el ministerio del Interior aseguró hace dos años que esto no pasaría, pero se niega a explicar las razones de ese cambio y lo sustituye por ataques a la oposición e invocaciones a Europa y las directivas europeas. La estrategia habitual. La pregunta, oportuna, que Sánchez le hizo ayer a Feijóo vale también para él.
Sánchez culpa a la derecha de caricaturizar al inmigrante
Sobre la inmigración, lo que expuso el presidente ayer fue muy correcto y muy pertinente. Esto de que inmigración no es sinónimo de inseguridad, la abrumadora mayoría de quienes llegan a España, con o sin papeles, intenta ganarse la vida sin hacer daño a nadie, no se quedan nuestros empleos ni tienen la culpa de que haya paro y no suponen una amenaza para nuestra forma de organizarnos.
El discurso terminaba con una exaltación del pacto migratorio alcanzado en la Unión Europea. El pacto avalado por los gobiernos de derechas de los que el presidente finge distanciarse. Es decir, endurecimiento de los requisitos de entrada y aceleración de las deportaciones. Lo dijo Sánchez cuando estuvo en Senegal: todo aquel que esté en España sin papeles ha de saber que será deportado.
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