Marcha por la paz en una favela de Brasil. Por segundo día consecutivo, los habitantes del Complexo do Alemão, en Río de Janeiro, han protestado por la muerte de un niño de 10 años durante un operativo policial. Entre el jueves y el viernes, cuatro personas murieron en circunstancias similares en ese conjunto de favelas.
La madre del menor Eduardo de Jesús Ferreira asegura que la Policía mató a su hijo al creer que el teléfono móvil del pequeño era un arma.
“No puede ser que un niño de 10 años reciba un disparo en la cabeza, que su madre vea cómo la masa encefálica entra en la sala mientras ve un programa en la televisión, y que la sociedad no grite”, dice un manifestante.
“Es preciso romper con el modelo militarizado. Es necesario romper con el modelo de una seguridad pública selectiva, que escoge a algunos como ciudadanos y a otros como no ciudadanos, una seguridad pública que criminaliza, sobre todo, al joven negro de la periferia. Nosotros no estamos contra la Policía. La Policía, en cierta forma, es víctima de esa misma política de seguridad”, afirma el director de Amnistía Internacional en Brasil.
El viernes, la Policía Militarizada dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos.
En 2010, varias Unidades de Policía Pacificadora (UPP) se instalaron en el complejo de favelas de Alemão, fortín durante décadas de narcotraficantes. Los delincuentes tratan de recuperar el control de estas barriadas.
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