Crónica de vuelo de 18 horas en clase Ejecutiva, para llegar desde Estambul (IST) a Buenos Aires (EZE) vía Guarulhos (GRU).

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Turkish Airlines es conocida por su servicio excepcional incluso en clase turista, pero hoy vamos a otro nivel, en una experiencia que incluye 3 comidas, cama totalmente horizontal, películas, un amentity kit precioso, y la impecable hospitalidad turca.

Nuestra aventura empieza en el nuevo Aeropuerto de Estambul, bien tempranito por la mañana, donde los clientes que vuelan en la clase Business tienen una puerta de entrada dedicada.

Lo primero que me impactó fueron los mostradores para facturar el equipaje y hacer check-in. La experiencia era como estar en el Lobby de un hotel, cosa que no había visto nunca antes.

La atención fue muy amable y después de pasar los controles de seguridad y migración ya estaba del otro lado, apreciando lo enorme que es el aeropuerto de Istanbul, con sus tiendas de lujo, espacios de descanso y hasta decoración de museo.

Y ahora sí! En esta reseña de vuelo llegó el momento de subirnos al esperadísimo TK15, en un Airbus A350-900.

Embarcamos con el grupo 1 y me dirigí a mi asiento, el 2K, donde ya me estaban esperando algunas cositas.

Pero antes de ir a eso, les cuento que la cabina tiene una configuración 1-2-1, eso significa que todos los asientos tienen salida al pasillo, y es muy espaciosa. Los tonos gris oscuro además me parecen súper elegantes.

En cuanto al entretenimiento, tenemos una pantalla 4K de casi 20” con un sistema de última generación que ofrece una amplia selección de películas, programas de televisión y juegos.

Pero lo más curioso quizás es que este asiento no tiene una sino dos pantallas, la segunda siendo esta pequeñita en el mando a distancia.

Turkish Airlines ofrece WiFi gratuito para todos sus pasajeros. El paquete de datos gratuitos depende de la cabina en la que viajes o tu status de viajero frecuente, y en este caso me tocó 1GB que es mucho más que suficiente para cualquier vuelo.

En este estuche estaban los auriculares con cancelación de sonido, que no, uno no se los puede llevar a la casa después.

Ahora, hablemos de lo más destacado: la experiencia gastronómica. Turkish Airlines pone mucho énfasis en brindar una excelente experiencia culinaria y en este vuelo vamos a disfrutar no una, no dos, sino tres comidas.

Después de la comida la gente empezó a cerrar las ventanas para dormir un poco, cosa que me pareció muy pronto, pero tiene sentido ya que si bien en Europa ya era de mañana, en nuestro destino de Buenos Aires aún era de noche y está bueno intentar ajustarse al horario del destino.

Después de llevarse la comida me hicieron la cama, poniéndole un recubrimiento al asiento para hacerlo más cómodo, manta pesada, funda de almohada y, por supuesto, reclinación completa de 180º.

Dormí muy cómoda unas cuantas horas, y después me puse a trabajar un poco. En cualquier momento del vuelo podíamos pedir snacks, así que me trajeron un sandwich y un budín que acompañé con algo de té turco.

Un vistazo rápido al baño, bastante amplio para tratarse de un avión comercial. Fan de que la papelera se abra pisando un pedal, por favor esto en todos los baños de aviones. Los productos son Molton Brown, y algo que no había visto en una aerolínea antes es la opción de bidet! ¿Qué opinamos?

Vamos ahora con la comida principal, que ya les voy adelantando, no solo fue deliciosa sino que además, es bellísima.

Tanto los entrantes como los postres son presentados en estos carritos que te hacen olvidar por un momento que estás abordo de un avión.

Dentro de las opciones teníamos langostinos, salmón, tomate con yogurt, hummus, ensalada césar y sopita de arvejas o guisantes. No voy a confirmar ni negar haberme pedido uno de cada uno.

Para el plato principal, que habíamos elegido del menú, nos trajeron además estas velitas LED que le dan un ambiente íntimo a la experiencia de cenar en las nubes.

Comí pollo con espárragos que acompañé, ahora sin culpa, con otra copa de Malbec.

Y cuando volvió el carrito, ahora con los postres, elegí una tarta de chocolate.

Esto es solo para mostrarles lo fuerte que soplaba la corriente de aire si abrías las ventilas superiores.

Aproveché este rato en tierra para refrescarme, terminar de ver una peli que había empezado en el iPad, y casi dos horas más tarde, despegamos de nuevo, ahora sí, en el tramo final a mi Buenos Aires querida.

Ahora se repite una versión “light” de lo que sucedió en el tramo largo. Nos dan un menú más reducido, pues el vuelo es mucho más corto, y la comida es más ligera.

Y con las luces de la ciudad que más amo en este mundo se va terminando esta experiencia extraordinaria, un 10/10 en todos los aspectos.


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