En el capítulo 7 del libro de Esdras, se narra la llegada de Esdras a Jerusalén durante el reinado de Artajerjes, rey de Persia. Este capítulo destaca la misión de Esdras de enseñar y restablecer la ley de Dios en Israel, así como el respaldo real que recibió para llevar a cabo esta tarea.
El capítulo comienza introduciendo a Esdras, un escriba y sacerdote descendiente de Aarón, el primer sumo sacerdote. Se menciona su linaje detalladamente para establecer su autoridad y legitimidad. Esdras era un escriba hábil en la ley de Moisés, que el Señor, Dios de Israel, había dado. Debido a la mano del Señor sobre él, el rey Artajerjes le concedió todo lo que pidió.
En el séptimo año del rey Artajerjes, Esdras subió de Babilonia a Jerusalén acompañado por un grupo de exiliados, incluyendo sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores del Templo. El viaje duró aproximadamente cuatro meses. La mano bondadosa de Dios estaba sobre ellos, asegurando su llegada segura a Jerusalén.
Artajerjes emitió un decreto que autorizaba a Esdras a regresar a Jerusalén y llevar consigo a cualquier judío que deseara hacerlo. El decreto también le otorgaba recursos y autoridad para establecer y enseñar la ley de Dios. Artajerjes ordenó a los tesoreros de la región al otro lado del río que proporcionaran a Esdras todo lo que necesitara, hasta una cierta cantidad de plata, trigo, vino, aceite y sal. Este apoyo incluía todo lo necesario para los sac
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