Daniel Marín Arroyo. Profesor de secundaria y bachillerato. Profesor-tutor de la UNED. Miembro de Orisos
La línea de Valdepeñas a Calzada de Calatrava, primer tramo del celebérrimo “Trenillo”, se inauguró en 1893, prolongándose hasta Puertollano en 1903. Este ferrocarril de vía estrecha, con un ancho de 75 cm, se convirtió, desde un primer momento, en un medio de transporte que permitió la conexión transversal en la provincia de Ciudad Real.
Pedro Ortiz de Zárate, su impulsor, quiso llevar adelante este ferrocarril para garantizar el trasiego de las mercancías que producía su finca, llamada Montanchuelos. Sin embargo, los efectos del “Trenillo” superaron este primer objetivo, convirtiéndose en un elemento imprescindible en la vida de los habitantes del Campo de Calatrava.
Llena de anécdotas y cantares, la línea tuvo un triste final. Acuciada por el déficit y los problemas de gestión y mantenimiento, el gobierno decidió levantar los raíles en 1963, poniendo fin a su historia, que pronto se fue deteriorando inexorablemente. Afortunadamente, todavía quedan algunos restos de la línea, que sería deseable que se conservaran como legado a las generaciones futuras. Al fin y al cabo, pocas zonas del país han tenido un tren que se asustaba de las olivas…
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