Pedro escribió su primera carta con el proposito de animar e instruir a creyentes que estaban atravesando grandes pruebas y persecución. Pedro alienta a los hermanos recordándoles que ellos pertenecen al grupo de los elegidos de Dios, que ellos nacieron de nuevo, que les espera una herencia pura y perfecta en los cielos, que el poder de Dios los guarda, que ellos fueron rescatados del pecado y sus almas purificadas por la fe, que tienen a Dios por Padre, que ellos aman a Cristo, que son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, que son bendecidos. Pero ademas de fortalecer el animo de los creyentes con estas realidades, Pedro tambien les insta a tener una perspectiva correcta del sufrimiento y les enseña a como vivir de una manera que glorifica al Señor en medio de un entorno hostil.
Los creyentes no debemos permitir que la ansiedad y el temor sobrecoja nuestros corazones en el sufrimiento, sino que debemos tener confianza que nuestro Dios es soberano sobre nuestras circunstancias. En lugar de desesperarnos debemos conducirnos en santidad, siendo testimonios de integridad y de bondad para la honra de Cristo y para testimonio para los que no conocen al Señor. Debemos armarnos con la mentalidad de nuestro Señor Jesucristo, quien sufrió injustamente para salvarnos, de la misma manera el creyente sufre para llevar a cabo los propositos de Dios.
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