Con los datos de empleo de Estados Unidos en septiembre aún calientes, los inversores tornan la mirada hacia el oro, cuyo precio sigue bajando a medida que mejora la perspectiva económica en el país e incrementa la probabilidad de que la Reserva Federal continúe con el proceso de normalización de la política monetaria, reduciendo así el atractivo del metal dorado como activo de inversión.
Los traspiés del metal precioso del último mes, acentuados desde el inicio del cuarto trimestre, representarían una oportunidad de compra estratégica si baja a menos de 1.250 dólares la onza, según afirman analistas de Goldman Sachs, la entidad que ha mantenido la visión más pesimista respecto a las perspectivas para el oro este año y el próximo.
El metal brillante, que registró la semana pasada su mayor caída en más de tres años, ofrecería a los inversores una forma de protegerse contra los riesgos aún existentes sobre el crecimiento, además de poner límites a la eficacia de los bancos centrales del mundo, subraya el análisis de Goldman Sachs.
Tras una primera mitad del año estelar apoyado en la inacción de la Fed y el voto Brexit en el Reino Unido, el rally del oro empezó a desmoronarse según aumenta la probabilidad de que la Fed suba tasas de interés a finales de año e incrementa el valor del dólar que, la semana previa, se anotó el avance más largo contra el yen desde 2014.
La escalada del billete verde estadounidense llevó al oro por debajo de su media móvil de 200 días — un nivel técnico utilizado por los analistas técnicos para predecir futuros movimientos. Cabe recordar que el metal precioso perdió más de un 7% en dos ocasiones, en un período de dos meses, luego de caer por debajo de esta medida en 2014 y 2015.
Pero no todo son malas noticias para el oro si se considera que la incertidumbre política que se respira en los Estados Unidos con las elecciones, y en especial en el efecto de una eventual victoria del candidato republicano, Donald Trump, favorecería una remontada del commodity.
A mediados del tercer trimestre, el banco holandés ABN Amro estimó que un triunfo de Trump dispararía al oro un 40% llevándolo a 1.850 dólares la onza. En aquel momento el metal dorado oscilaba en un rango entre 1.300 y 1.375 dólares.
Más que la demanda física fueron las inversiones las que apoyaron el rally del oro
en la primera mitad del año, cuando las posiciones en ETF’s respaldados por oro aumentaron un 38%. Desde entonces se han mantenido casi planas.
La salida de fondos del metal se da en un contexto de preocupación de los inversores de que los principales bancos centrales del mundo, incluido el Banco Central Europeo y el Banco de Japón, se están acercando a los límites de lo que la política monetaria y de tipos de interés negativos pueden hacer para avivar el crecimiento.
Pese a que en los próximos meses los riesgos serán bajistas para el metal dorado, de acuerdo con Ole Hansen, director de estrategia de materias primas de Saxo Bank, una ruptura por debajo de los 1,300$ obligaría al mercado a reaccionar y mostrar su mano.
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