Hoy te pido me acompañes a meditar en torno al tercer misterio doloroso: La coronación de espinas. "!¿No has contrariado, alguna vez, en algo, tus gustos, tus caprichos? —Mira que Quien te lo pide está enclavado en una Cruz —sufriendo en todos sus sentidos y potencias—, y una corona de espinas cubre su cabeza... por ti."
Surco, 989 Que precio tan grande Señor, es el que has pagado por mi.
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