(Ez 25.6-7) “... así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto batiste tus manos,
y golpeaste con tu pie, y te gozaste en el alma con todo tu menosprecio
para la tierra de Israel, por tanto, he aquí yo extenderé mi mano contra ti...”
Pasaje bíblico: Ezequiel 25.1-7
Es propio de los seres humanos, en su pecaminosa tendencia hacia el mal, que generen, con o sin causa, sentimientos negativos hacia su prójimo. La Biblia nos habla de la envidia de Caín hacia Abel, del deseo de venganza de Lamec hacia un joven, del rencor de Esaú hacia su hermano, de los celos de los hijos de Jacob hacia José... y así podríamos seguir mencionado muchas otras actitudes y conductas de odio recogidas en la historia bíblica de la humanidad. Lo curioso es que, desde el principio de la revelación de la voluntad divina y santa, Dios reguló en sus mandamientos y preceptos cuál debía ser el comportamiento humano hacia el prójimo. Así pues, desde tiempos tempranos, Dios dijo que se debía amar al prójimo, aún al enemigo, y que nunca se debía proceder contra él con rencor y venganza (Lv 19.18). Las palabras de Jesús en el N.T. no eran nuevas (Mt 5.38-42), recordaban que Dios siempre había enseñado que se debía tener una conducta de afecto con el prójimo (Mt 5.43-48). Lo contrario enemista con Dios y acarrea su juicio, y, de eso, habla Ezequiel 25. Veamos...
Ещё видео!