En Wisconsin, un atleta universitario fue vendado de los ojos, amordazado y arrojado dentro de una camioneta por un hombre armado. Los secuestradores contactaron a la familia de la víctima y exigieron treinta mil dólares de rescate, pero no les dieron instrucciones de cómo se haría la entrega. La policía fue contactada, y los criminales le dijeron a la familia que le habían disparado y que lo matarían si no recibían su dinero. Después de acordar un punto de entrega, los agentes del FBI se acercaron a la camioneta de los secuestradores, solo para verlos huir y ser perseguidos de inmediato por las autoridades. La banda arrojó el cuerpo del joven en una venta de autos usados antes de ser arrestados. Desafortunadamente, para la víctima, quien no sobrevivió a la dura experiencia, había sido confundida por un grupo que poseía deudas por drogas, quienes pensaban que el atleta estaba involucrado en las mismas actividades ilegales.
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