Uno de los reyes más perversos según la Biblia es Manasés, rey de Judá. Se le describe en 2 Reyes 21 como alguien que hizo lo malo a los ojos de Dios, practicando idolatría, sacrificando a su hijo y promoviendo la adoración de ídolos.
El castigo que Dios prometió para Judá por los pecados de Manasés fue la destrucción y el exilio. En 2 Reyes 21:12-15, Dios advierte que traería un juicio sobre Jerusalén debido a la gran iniquidad que Manasés había introducido. A pesar de su maldad, Manasés eventualmente se arrepintió, y aunque eso no evitó el juicio de Dios sobre la nación, su historia también muestra un camino hacia la redención.
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