22-08-2016
Cuando en un pueblo de 250 habitantes hay 60.000 coches registrados
Aguilar de Segarra, que es un pueblecito que cuenta con 250 habitantes, tiene registrados 60.000 vehículos. A 9,3 km de allí, en Rajadell, hay 543 habitantes y tienen casi 40.000 coches. La razón de esta superpoblación automovilística es la misma que comentábamos aquel día: las empresas de alquiler y renting buscan ahorrarse unos cuantos euros por cada coche. Luego, al multiplicar el ahorro en impuestos por el número de unidades de sus flotas, el diferencial es enorme.
En poblaciones como las mencionadas, las dos muy cercanas a Manresa, en la provincia de Barcelona, el propietario de un coche paga entre 10 y 25 euros al año. En Barcelona ciudad, esa cifra ascendería a 100 o 150 euros. Como es lógico desde un punto de vista económico, las empresas plantan una oficina en esos pueblos de muy buena gana para registrar allí sus vehículos. Y los ayuntamientos de los pequeños municipios, eso que se llevan sin necesidad de matar la gallina de los huevos de oro que son los contribuyentes.
Desde un punto de vista legal, no hay problema alguno. De hecho, el concejal de Hacienda de Aguilar de Segarra y el alcalde de Rajadell cuentan que en su día hablaron con la Agencia Tributaria para consultar si eso que hacían era correcto y evitarse así problemas posteriores, y desde la oficina del fisco les dijeron que no pasaba nada, que es todo absolutamente legal.
Palacio de las Comunicaciones, Alcaldía de Madrid
Hay otros ayuntamientos que no lo ven tan claro. El de Madrid, por ejemplo, en 2011 interpuso un recurso para evitar la fuga de empresas de alquiler de vehículos a municipios cercanos a la capital donde el impuesto de circulación era más barato. No les sirvió de nada a los representantes del consistorio: el recurso fue desestimado por el Tribunal Supremo.
Es fácil ponerse en la piel de los responsables municipales de estos pequeños pueblos, donde recaudar entre 300.000 y 500.000 euros al año por el impuesto de circulación les puede suponer una buena ayuda para realizar mantenimientos que, de otra forma, no podrían llevar a cabo. Y, de hecho, las grandes ciudades tienen más margen para procurarse ingresos (aunque también suelen tenerlo para dilapidar el dinero).
Sin embargo, la cuestión de fondo es para qué sirve el impuesto de circulación y en función de qué lo cobran los ayuntamientos. Porque está claro que por las calles de Aguilar de Segarra y de Rajadell no transitan a diario los 100.000 vehículos que tienen registrados en total.
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