Hasta el siglo XX ningún edificio superó en capacidad al anfiteatro Flavio, el Coliseo, destinado a acoger las sangrientas diversiones con que los emperadores cortejaban al pueblo de Roma.
Juegos de gladiadores, batallas navales, luchas con animales… El anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo, quizá por la colosal estatua de Nerón que se alzaba en las cercanías, constituía parte del entretenimiento público de la antigua Roma. La famosa expresión latina panem et circenses (pan y circo) resumía todo lo que los gobernantes de la urbe requerían para manejar a la plebe y mantenerla entretenida.
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