El orgullo de de Güiria volvió a pisar el tabloncillo en época de selección y fue ovacionado.
El deporte tiene siempre la osadía de vendernos inmortales, personajes de energía inagotable, que más allá del talento, son disciplina, garra y entereza. Concebimos la idea de que nunca se irán y, cuando la anatomía nos contradice, llega el duelo de la despedida.
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