MISIÓN RUAH EN EL MUNDO
SEXTA HORA
Hija mía, ven, ruega a mi querida Mamá que te haga un lugarcito en su seno materno para que tú misma veas el estado doloroso en que me encuentro.
Entonces me parecíaa con el pensamiento, que nuestra Reina Mamá, para contentar a Jesús, me hacía un pequeño lugar y me ponía dentro. Pero era tal y tanta la oscuridad que no lo veía, sólo oía su
respiro y él en mi interior, continuaba diciéndome:
Hija mía, mira otro exceso de mi Amor: Yo soy la Luz eterna, el sol es una sombra de mi luz. Pero mira dónde me ha conducido mi Amor, ve la oscura prisión en la que estoy, no hay ni un rayo de luz, siempre es noche para Mí, y noche sin estrellas, sin reposo; siempre despierto, ¡Qué pena!, la estrechez de la prisión, sin poder moverme en lo más mínimo, las tinieblas tupidas...; hasta la respiración..., respiro por medio del respiro de mi Mamá oh, que dificultoso es! Además, agrega las tinieblas de las culpas de las criaturas; cada culpa era una noche para Mí, uniéndose juntas formaban un abismo de oscuridad sin confines. !Qué pena! Oh! exceso de mi Amor, hacerme pasar de una inmensidad de luz, de amplitud, a una profundidad de tupidas tinieblas y de tales estrechuras, hasta llegar a faltarme la libertad de respirar..., y todo esto por amor a las criaturas!
Y mientras decía esto, gemía sofocadamente por la falta de espacio, y lloraba. Yo me deshacía en llanto, le agradecía, lo compadecía, quería hacerle un poco de luz con mi amor, como me decía, pero quién puede decirlo todo? La misma voz interior agregaba:
Basta por ahora. Pasa al séptimo exceso de mi Amor.
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