Vídeo de concienciación para evitar el síndrome del bebé zarandeado en menores de 2 años. Explicamos qué es, cómo se produce y las consecuencias, y también cómo puedes evitar que esto ocurra.
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL NIñO ZARANDEADO?
El síndrome del niño zarandeado es el conjunto de lesiones cerebrales que se producen al
sacudir vigorosamente a un bebé. Es relativamente frecuente: se estima que su incidencia en
el mundo es de 20-25 casos por cada 100 000 niños menores de dos años. En España, de los
450 000 niños nacidos al año, unos 100 pueden padecer este síndrome.
Cuando los padres son jóvenes, tienen una mala situación económica y laboral, y una situación
inestable de la pareja, el riesgo de agresión al menor aumenta. Por orden de frecuencia la
persona que suele provocar el maltrato es el padre, el novio de la madre, la niñera y la propia
madre.
¿CÓMO ES POSIBLE QUE SE PRODUZCA ESTE SÍNDROME?
Muchas veces los padres se preguntan como es posible que alguien zarandee a un bebé ya
que, hablar del síndrome del bebé sacudido supone muchas veces de hablar de maltrato
infantil. La mayoría de los casos que se conocen son fruto de una situación en la que,
consciente o inconscientemente, se golpea al niño. Existen varios factores por los que puede
producirse: si un bebé llora con mucha intensidad y durante un período largo de tiempo puede
provocar el enfado y la frustración del cuidador que, finalmente y sin ser consciente de las
repercusiones que esto puede causar, pierde la paciencia en determinado momento y acaba
zarandeando al niño. Es importante señalar que, aunque no haya intención de hacer daño, la
fuerza de un adulto es más que suficiente para provocar lesiones graves. En otras ocasiones
puede darse este síndrome al intentar reanimar a un niño que sufre una pérdida de conciencia,
un espasmo del sollozo, una parada respiratoria o una convulsión.
¿QUÉ CONSECUENCIAS PUEDE TENER A LARGO PLAZO?
Las consecuencias a nivel neurológico pueden ser graves. Los signos de la lesión cerebral
secundaria al zarandeo incluyen adormecimiento excesivo y aletargamiento. También puede
aparecer irritabilidad continua o llanto intenso que provoquen un nuevo episodio de zarandeo,
al ocasionar que el cuidador pierda la paciencia de nuevo, empeorando el cuadro. Pueden
aparecer crisis epilépticas, edema y atrofia cerebral y hemorragias en la retina. Uno de cada
diez niños que sufren un zarandeo grave, fallece. De los supervivientes, la mitad queda con
secuelas graves e irreversibles, como parálisis cerebral, retraso mental, ceguera o epilepsia.
Los niños que han sido sacudidos con menos intensidad, pero de manera repetida, pueden
desarrollar dificultades para aprender a hablar, tener falta de coordinación motora o
problemas de aprendizaje.
¿CÓMO SE PRODUCE?
Al zarandear o sacudir un bebé su cabeza experimenta movimientos bruscos de aceleración y
desaceleración, chocando su cerebro contra las paredes del cráneo. Los músculos del cuello,
débiles y poco desarrollados, son incapaces de sostener la cabeza y contrarrestar la sacudida.
Se produce una inflamación y sangrado del tejido cerebral, de la retina de los ojos y de la
médula espinal a nivel del cuello. En muy pocos segundos de zarandeo podemos producir un
daño inmenso en estas estructuras.
¿CÓMO PREVENIR EL SÍNDOME DEL NIñO ZARANDEADO?
Es muy importante saber que, una vez que ha tenido lugar el episodio de zarandeo no hay
ningún tratamiento que pueda evitar las secuelas, por lo que la prevención es fundamental. La
primera forma de prevenir este síndrome es conocerlo. Aunque pueda parecer una evidencia
decir a los cuidadores que no deben sacudir al bebé, e incluso algunos padres puedan
ofenderse al comentárselo, simplemente darles información sobre este tema ya es una
importante medida de prevención.
Los bebés pueden llorar por múltiples causas y es la única forma en la que pueden
transmitirnos su incomodidad. Ante un niño que llora comprobaremos que no tiene hambre o
sed, frío o calor excesivo, fiebre o dolor, o necesita un cambio de pañal. Los padres o
cuidadores han de buscar la causa e intentar tranquilizarlo cogiéndole en brazos, acariciándole
y hablándole de forma suave o meciéndole. Deben intentar no agobiarse y hacer acopio de
paciencia. Puede resultar útil buscar ayuda en otras personas o turnarse para atender al bebé.
Para evitar zarandear al bebé en el contexto de una reanimación debemos saber que lo más
adecuado en caso de que el niño se quede “sin respiración”, por ejemplo, durante un episodio
de espasmo del sollozo o ataque de tos, es cogerlo en brazos boca abajo o mantenerlo
sentado, inclinado hacia adelante y sosteniendo la cabeza. Le estimularemos frotando la
espalda, pero nunca debemos agitarle o zarandearle.
0:00 Introducción
00:47 ¿Qué es el síndrome del zarandeado?
1:37 ¿Cómo se produce el síndrome del zarandeado?
4:26 Consecuencias del síndrome del zarandeado
Espero haber podido solucionar dudas, puedes escribirme en comentarios tus preguntas.
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