El aceite de oliva, conocido por su uso en la cocina y la medicina, también ha sido un pilar fundamental en prácticas espirituales y rituales de protección desde tiempos antiguos. Su simbolismo y aplicación van más allá de lo cotidiano, conectándonos con una historia llena de profundidad religiosa y mística. Este aceite, extraído de los frutos del olivo, ha sido visto como un recurso divino, lleno de poder y significado, utilizado para alejar el mal y atraer la luz.
En las Escrituras, el aceite de oliva es una constante, asociado con la santidad y la protección divina. La Biblia menciona múltiples ocasiones en las que este aceite fue consagrado para ceremonias religiosas, desde la unción de reyes hasta la purificación de templos. En el libro de Éxodo, Dios instruyó a Moisés sobre la preparación de un aceite sagrado destinado a ungir el tabernáculo y a los sacerdotes, marcando su conexión con lo divino. Estos actos no solo eran simbólicos; también se creía que el aceite actuaba como un canal para la gracia y la protección celestial.
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