13.In Memoriam ACG – Gracias LSC!
Poema
Autor: Guillermo Aguirre y Fierro (24 septiembre 1887, cd. de San Luis Potosí, S.L.P. - 8 noviembre 1949, Cd. de México. México.
---Trabajó como periodista y escribió numerosos poemas.
---Entre su abundante obra destaca Sonrisas y Lágrimas, gracias a la cual consiguió una gran popularidad.
---Fue publicada por primera vez en 1942, a partir de esto su nombre comenzó a girar en los círculos literarios del momento.
---Su poema más famoso, Brindis del Bohemio, un canto de honor al ambiente bohemio, apareció en el libro antes citado y se convirtió en el caballo de batalla del poeta.
---Es considerado uno de los autores fundamentales de la literatura mexicana del siglo XIX.
Esta es la GRABACIÓN ORIGINAL de Don Manuel Bernal, ya que posteriormente la editaron agregandole fondo musical con valses mexicanos.
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(1a. parte del poema. La 2a. la pondré en el próximo video, No. 14 de esta serie).
EL BRINDIS DEL BOHEMIO
En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que melosa y delicada,
la música de un verso.
A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del “Feliz Año Nuevo”.
Una voz varonil dijo de pronto:
—Las doce, compañeros;
Digamos el “requiéscat” por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos…
—Yo brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente la venganza
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.
—¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
Y brinde por… Europa,
Ya que su extranjerismo es delicioso…
—Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron a la frente mía…
Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de amores, de deliquios, de desvelos.
—Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote todo un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata…
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!
Porque a su corazón llegue mi canto,
porque seque mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague…
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.
Siguió la tempestad de frases vanas,
toscas y tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.
Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llenan de rosas,
y hacen de la mujer la cortesana.
Sólo faltaba un brindis, el de Arturo.
El del bohemio puro
de noble corazón y gran cabeza;
aquél que sin ambages declaraba
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.
Por todos estrechado, alzó su copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risas y de contento;
los envolvió en la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:
—Brindo por la mujer, más no por ésa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer, ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
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