Con libreto de Luis Fernández de Sevilla y Anselmo Cuadrado Carreño y música del maestro José Serrano, la zarzuela “Los claveles” se estrenó el 6 de abril de 1929 en el Teatro Fontalba de Madrid. Su clamoroso éxito sirvió de consagración a la gran Matilde Vázquez, especialmente aplaudida en la romanza de Rosa “¿Qué te importa que no venga?” [ Ссылка ], que se convertiría en uno de los números imprescindibles del repertorio a partir de aquel entonces. Completaron el elenco de su presentación Tino Folgar como Fernando, Carmen Maiquez como Jacinta, Alejo Cano como Goro, Amparo Bori como “la señá Remedios” y Eugenio Casals como el señor Evaristo. Otros números de interés fueron los dos dúos entre sus protagonistas “Tenga usted buenas tardes” y “¿Por qué vuelve la cara la más hermosa?” [ Ссылка ], y el monólogo de Fernando “¡Mujeres! Mariposillas locas” [ Ссылка ] En 1931 La Voz de su Amo publicó una de las primeras selecciones de la zarzuela con un plantel integrado por Amparo Romo, Vicente Simón, Amparo Albiach y Antonio Palacios. Su primera grabación completa fue editada en 1953 por Regal bajo la dirección de Rafael Ferrer y con un reparto formado por María Espinalt, Pablo Civil, Josefina Puigsech y Francisco Paulet.
ROSA
Tenga usted buenas tardes,
señor cajero,
y conteste si quiere
corresponder;
pues pensando en las cuentas
y en el dinero,
no hace caso al saludo
de una mujer.
FERNANDO
Yo he debido estar ciego,
Rosa hechicera,
cuando no me he quemado
con su mirar,
pues sus ojos ladrones
son dos hogueras.
ROSA
Mire usté que no vale
desagerar.
Pues no son cosa de maravilla
ni son carbones para quemar.
FERNANDO
Pues yo le juro
que muy adentro
me han abrasado
con su mirar.
ROSA
Todo eso es labia
tan solamente,
que muy prontito
lo va a olvidar.
TODOS
Ya ha tendido las redes
a don Fernando.
Y como él se descuide
lo va a pescar.
FERNANDO
Cuando un hombre de bien
dice, como yo, su sentir,
no es justo el desdén
ni es noble el reír;
que esa risa es quizá
un poco de amargura
que en su pecho está
empezando a herir.
Sólo en la apariencia
no debe fiar,
que hasta la experiencia
se suele engañar.
ROSA
No he pedido nunca su consejo,
puesto que no hay nada entre los dos.
FERNANDO
Con su orgullo la dejo
perdone..., y adiós.
TODOS
Mírala como rabia
la presumida.
Esta vez de sus redes
el pez se va.
ROSA
Yo les prometo a todos
que me las paga;
se lo juro por éstas.
¡Vamos!
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