Cosío, perteneciente al municipio de Rionansa en Cantabria, está asentado en un cruce de caminos junto al río Vendul. Es la típica aldea montañesa con alguna referencia medieval del siglo XIII, por los señores de Cossío, Don Fernando y Doña Elvira y los restos de una torre defensiva y de vigilancia, conocida como el Torraco, descubierta en 2007 por tres vecinos y verificado por arqueólogos, que pudo ser del linaje de los Cossío. Pero Cosío, como hoy lo conocemos, no se formaría hasta el siglo XVII-XVIII.
Es uno de los pueblos más emblemáticos y mejor preservados, siendo galardonado por su riqueza cultural y los esfuerzos realizados en su conservación y mejora con el premio Pueblo de Cantabria 2016. Su parte más antigua de hileras de casas de estilo montañés, con solana y tejado a dos aguas, transcurre paralela al curso del rio y la parte más nueva, en la zona baja, está cerca de la carretera principal.
Junto al cauce del río Vendul, en su confluencia con el Nansa, el caserío está muy agrupado con viviendas, pequeñas cuadras con pajar, leñeras y gallineros, así como huertas de cultivo o pequeños frutales. Las mieses y prados destinados al cultivo de cereales, utilizados como zona de pasto y siega, están en las zonas más llanas y fértiles, a lo largo de la vega del rio Nansa.
En las faldas de las laderas están los invernales y praderías, para el pasto en otoño y parte del invierno y la primavera. También aparecen zonas de bosque, con avellanos, fresnos, espinos, castaños y hayas.
La Ferrería de Cosío existió desde 1555, convirtiéndose en la más importante de la cuenca del Nansa y una de las principales de la región hasta 1860, que dejó de funcionar.
A la entrada del pueblo está la plaza de Moisés Cosío. También está la bolera, que acoge destacados torneos, como el de su fiesta mayor de San Miguel, el 29 de septiembre, que se prolonga hasta el 1 de octubre con las finales de jugadores de primera categoría. También hay una importante feria ganadera, con folclore de trovas y cebillas, y juegos populares. Además se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Carmen el 16 de julio.
Desde los distintos puentes de la localidad admiramos el bonito paisaje que dibuja el Vendul. El puente que da acceso al camino que sube a la iglesia es de la primera mitad del siglo XVIII, con un solo ojo y perfil de lomo de asno.
La iglesia parroquial, dedicada a San Miguel Arcángel, es del siglo XVII, con tres naves, cabecera recta y españada de dos troneras. En su interior, la nave mayor está cubierta con bóveda de crucería estrellada, y las naves laterales son de armadura de madera. Destaca un retablo de un lateral tallado en piedra policromada, un Cristo resucitado barroco, una Virgen del siglo XIX y dos populares Cristos. En la parte trasera está adosado el cementerio.
Por una pista asfaltada se puede ir hasta el Área recreativa del Sel, donde está la Ermita en honor a la Virgen del Carmen.
Las construcciones populares predominantes son de dos alturas, con balcón de madera en el piso noble.
De su patrimonio civil, con varias casonas vinculadas al linaje de los Cossío de esta localidad y apellido extendido por Cantabria, destaca la Casa de La Panda del siglo XVIII, en la entrada norte del pueblo, de dos pisos con grandes muros cortafuegos y madera tallada en el balcón y el alero, con escudos y piezas talladas en su fachada.
Siguiendo la carretera, en el centro del pueblo está casa La Torre o La Torrona del siglo XVIII, con grandes muros cortafuegos y un alto segundo piso para albergar en su fachada realizada en sillería el enorme escudo barroco, timbrado con dos leones rampantes y varias sirenas talladas que sujetan las armas de Rubín de Celis, Cosío y Bedoya. La casa fue ampliada en un lateral de la vivienda sobre un arco de medio punto, característico del siglo XVI, para permitir el tránsito de las personas.
Frente a ‘La Torre’, al otro lado de la carretera está La Casona, construcción barroca del siglo XVIII. Destaca en su fachada la línea que separa el piso noble de sillería, de la planta superior, de baja de mampostería. Tiene una gran puerta de acceso de medio punto decorada con motivos vegetales y en su parte superior el escudo de armas de los Rubín de Celís, Cosío, Bedoya y Colombres. Sobre el balcón con balaustrada de hierro está el escudo del linaje de los Cossío. Posee una capilla de una sola nave adosada en el muro norte con puerta de entrada de medio punto y una preciosa espadaña.
En la plaza del Tarrero de la parte alta, al lado de la fuente ‘El Tarreru’, está la casa de La Llosa, edificada en el siglo XX por el montañés Moisés de Cosío, utilizando los antiguos escudos que coronan la portalada y el muro lateral, con las armas de Cosío, con leones soportando un árbol entre dos torres.
Como dijo el presidente de Cantabria durante el acto de entrega del premio Pueblo de Cantabria 2016: "Se tiene que saber que aquí hay una joya, un pueblo pequeño, eso sí, pero con casas maravillosas y gente acogedora".
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