Análisis: Europa a merced del gas ruso hasta 2025 o a pagar un sobrecoste en los países del este
El ambicioso plan de Europa de abandonar el gas natural ruso y sustituirlo en parte por importaciones en buques cisterna se enfrenta a un gran obstáculo: hacer que llegue a donde más se necesita sin que haya grandes diferencias de precio, sobre todo entre oeste y este de Europa.
Aunque lleguen a las costas europeas cantidades récord de gas natural licuado, la falta de interconectores desde las principales terminales de importación del oeste impide que el gas llegue con facilidad a los países del este, más dependientes del suministro por gasoducto desde Rusia.
Como resultado, los precios del gas a corto plazo en Gran Bretaña, Francia y España han caído hasta un tercio de los de mercados como los Países Bajos y Alemania, según Citigroup Inc. Estas discrepancias, sobre todo en el centro comercial holandés donde se fijan las tarifas de referencia de Europa, dificultan el comercio del combustible y probablemente mantengan la volatilidad de los precios hasta que se resuelvan los puntos de estrangulamiento del suministro.
La divergencia de precios y las limitaciones de infraestructura ponen de manifiesto que el objetivo de la Unión Europea de sustituir hasta un tercio del gas ruso por GNL a corto plazo no será fácil.
Están surgiendo algunas soluciones para conectar los buques de GNL con las redes locales de gas.
En los últimos tres meses se han anunciado al menos ocho terminales de GNL a bordo de buques, conocidas como unidades flotantes de almacenamiento y regasificación, desde los Países Bajos hasta Alemania y Estonia. Pero, aunque algunas pueden instalarse ya el próximo invierno, sólo sirven si están conectadas a las redes existentes y respaldadas por acuerdos de suministro ininterrumpido.
Sin embargo, la cuestión es cómo abastecer a países como Hungría y Bulgaria, donde no hay acceso para los grandes buques de GNL. Una opción es adaptar la infraestructura de gasoductos existente.
Por su parte, Europa está estudiando cómo invertir los flujos en el gasoducto transadriático, o TAP, para que el gas pueda viajar de Italia a Grecia, dijo Saalfrank de Axpo. En la actualidad, el TAP lleva el gas de este a oeste desde Azerbaiyán a través del sureste de Europa hasta Italia, y la capacidad en la otra dirección ayudaría a diversificar el suministro en Europa.
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