Cuando hablamos de avispas la mente se nos va enseguida a esos insectos de abdomen negro y amarillo que revolotean en verano en torno a las charcas y las fuentes.

Los expertos dicen que esos colores son aposemáticos, ya que sirven para advertir a los depredadores de su posible peligro. Es la avispa común que vive en nidos o avisperos fabricados con una sustancia semejante al papel procedente de fibras masticadas. La picadura es dolorosa y puede provocar serios problemas a personas sensibles a su veneno.

Pero hay otras avispas que construyen su nido con finos granos de arena moldeando una especie de vasija o ánfora y cimentados con su propia saliva. Cualquier rincón oscuro y alejado de los depredadores puede servir para instalar estos nidos. En esta viga de madera tenemos un ejemplo...

Sin embargo lo normal es que aprovechen las cavidades de las piedras o de los muros o las grietas en las cortezas de los árboles para encontrar el hábitat adecuado. Aquí tenemos un grupo de vasijas.

Las hembras invierten todo su tiempo de vida en construir nidos para poner sus huevos. Cuando finaliza la construcción de un nido caza arañas y las aturde con su veneno.

Casualmente hemos podido atrapar a una de estas avispas transportando lo que parece una presa para el nido. Luego las introducen en el nido y proceden con la puesta de huevos para terminar taponando el nido con barro. De esta forma cuando la larva nace se come las arañas que previamente les ha dejado su madre. Vamos a intentar ver el interior de uno de estos nidos...

Estos anillos indican que la avispa probablemente fue incorporando tiras de barro una detrás de otra antes de cerrar la boca. Metió las presas lo que va a ser el alimento de su larva y puso un huevo. Acto seguido cierra la boca y el trabajo está terminado.

Aquí tenemos el interior de una de estas vasijas nido. Como vemos la mayor parte del menú de la larva son arañas pequeñas que en algunos casos todavía pueden mover las patas. Las presas capturadas serán el alimento de las crías durante el otoño y el invierno, entonces después de convertirse en crisálida, la larva se transforma en una avispa adulta con capacidad para romper el nido que es muy frágil, tiene unas paredes muy frágiles y abandonarlo.

Las avispas alfareras no son agresivas y no nos atacarán si las dejamos en paz y no nos acercamos a ellas. Como las demás avispas tienen una gran importancia ecológica pues se encuentran entre los polinizadores de nuestros cultivos además de consumir orugas insectos y arañas que pueden ser perjudiciales.

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Jaime Rodríguez Laguía es maestro de escuela jubilado, cuya vocación por la enseñanza le ha empujado a seguir con su profesión, esta vez a través del vídeo. Es master en Educación Ambiental y su amor por la Serranía de Cuenca ha hecho que escriba varios libros sobre sus vivencias en el campo y sobre la Naturaleza en general. Tres de estas publicaciones fueron "CamiNATURAndo", "Días de Bosque, Agua y Niebla" (galardonada con el Premio Tundra 2019) y el Libro-CD "La Serranía de Cuenca a Fondo".

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