El valle de Carriedo de la comarca del Pas-Miera de Cantabria, con sus hermosas laderas y praderías delimitadas por muros de piedra y salpicadas de cabañas de tipo pasiego, y con su capital en Villacarriedo, es una rica vega por donde discurre el río Pisueña, con prados de siega que proporcionan el sustento a su abundante cabaña ganadera. Sus montañas alomadas han sufrido gran deforestación de bosques por la Real Fábrica de Cañones de La Cavada, para la fabricación de barcos en El Real Astillero de Guarnizo, pero cuenta todavía con una variedad arbórea de alisos, robles y hayas.
A los naturales de Villacarriedo se les denomina carredanos o carredanas. La mayoría se dedica al sector primario y terciario, aunque una pequeña parte vive de la construcción y la industria. Sus primeros pobladores son anteriores al año 1000, formando más tarde parte del señorío de los Manrique, los Castañeda y la casa de la Vega. En la Edad Moderna existió una importante cofradía de correos a caballo del rey.
Villacarriedo cuenta con el ejemplo más valioso de arquitectura barroca cántabra, el palacio de Soñanes, Bien de interés cultural con categoría de monumento desde 1981 rehabilitado actualmente como hotel y restaurante. Fue mandado construir a principios del siglo XVIII por Juan Antonio Díaz de Arce y Pérez del Camino, diplomático de Felipe V. Se atribuye su diseño al arquitecto italiano Cossimo Fontanelli, a quien Díaz de Arce conoció durante su estancia en Roma, y cuyos planos debieron ser interpretados posteriormente por canteros de la región. Pero ahora se vincula a la escuela barroca salmantina, con influencias platerescas y churriguerescas, pudiendo ser edificado por el arquitecto montañés Francisco La Riva Ladrón de Guevara, maestro mayor de la catedral de Oviedo, siendo el maestro cantero Simón de Arce Muñoz el que pudo dirigir su construcción.
Mezcla formas de diversos orígenes, con una particular interpretación de los órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio, con claras referencias platerescas. Es de planta cuadrangular, tres pisos y escalera interior monumental de dos tiros que se corresponden con las fachadas principales, envolviendo a la antigua Torre de los Díaz de Arce.
Sus fachadas tienen una gran riqueza ornamental, con columnas exentas corintias en los pisos inferiores y pilastras en el superior. Sus columnas, salomónicas y abalaustradas, poseen fustes estriados. Los vanos rectangulares la mayoría están remarcados por columnillas decoradas, y rematados por frontones partidos.
La zona central del piso medio posee balcones de hierro forjado, completándose la decoración con frisos adornados con hojarascas o acanaladuras. Entre las piezas heráldicas del palacio destaca la de la fachada este, un escudo timbrado con corona sostenida por amorcillos y dos leones enfrentados y con las armas de los Díaz de Arce y Pérez del Camino. En las cornisas tiene pináculos, modillones, acroteras y gárgolas.
En sus jardines existen varias especies de Árboles Singulares de Cantabria como el tejo y la magnolia. Villacarriedo cuenta también con la Cajigona, un roble centenario incluido en el Catálogo Regional de Árboles Singulares.
Junto al palacio está el colegio de los Padres Escolapios, fundado en 1746 con la donación póstuma de Antonio Gutiérrez de la Huerta y Güemes, que alcanzó gran fama y renombre nacional con numerosos alumnos ilustres, como el cardenal de Sevilla Luis de la Lastra y Cuesta, el biólogo Augusto González de Linares, el poeta León Felipe o el banquero Emilio Botín.
Sus casas se distribuyen en hilera a lo largo de la carretera y lucen grandes balconadas con flores y escudos en sus fachadas. En la parte alta, cerca del palacio, se encuentra la Posada de Villacarriedo con seis habitaciones dobles, cada una ellas con decoración, diferente estilo y un nombre de la comarca. A su lado está “El Quintanal”, una casa rural de tres plantas de piedra, con cuatro habitaciones.
La iglesia de San Martín de Villacarriedo fue construida en 1726, en estilo barroco. Posee una bella fachada con una portada entre pilastras estriadas con hornacina superior y espadaña de tres cuerpos con frontón curvo.
Es de planta de cruz latina, con bóvedas de crucería en la capilla mayor y el crucero y de cañón con lunetos en el transepto y segundo tramo de la nave. El ensamblaje arquitectónico del retablo de madera sin policromar tiene tres calles separadas por columnas, con doble columna en la central, y está compuesto de banco, dos cuerpos y un ático o remate.
Ocupando el centro del banco y del primer cuerpo se halla un gran sagrario que guarda una custodia, con relieves alusivos a la Eucaristía.
Sus fiestas patronales son San Pedro, el 29 de junio, y el Santo Padre el 28 de agosto. Y su gastronomía tiene platos como el cocido montañés, quesos pasiegos, chuletones, lechazos y los típicos sobaos y quesadas, disfrutando de la tranquilidad y belleza de sus rincones.

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