La crisis energética en Cuba se agrava cada vez más, afectando gravemente la vida cotidiana de la población. Sin embargo, las autoridades cubanas insisten en responsabilizar a Estados Unidos por la situación, señalando el embargo económico como la causa principal de los problemas de abastecimiento de combustible y electricidad. A pesar de que Cuba tiene la posibilidad de comerciar con otros países, el gobierno cubano continúa utilizando la política de sanciones estadounidenses como argumento para justificar la falta de inversión y mantenimiento en su infraestructura energética, lo que ha llevado a cortes prolongados y escasez de recursos clave. Mientras tanto, la población enfrenta apagones constantes y un deterioro en los servicios básicos, incrementando el malestar social en la isla.
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