Hace una semana el submarino ARA San Juan desapareció en el mar Argentino. La gravedad del hecho abarca a la preocupación por las 44 personas que lo tripulan pero se extiende a cuestiones que hacen al ejercicio efectivo de la soberanía argentina en el mar.
Desde hace varias décadas la defensa nacional ha sido abandonada y los instrumentos necesarios para hacer efectiva la presencia argentina en nuestro vasto territorio se han deteriorado en grado extremo. La derrota de Malvinas fue ratificada por el gobierno de Carlos Menem con los acuerdos de Madrid, con el desmantelamiento de las FFAA como fuerza operativa para la defensa nacional, y con un giro geopolítico de alineamiento automático con las potencias, entre las que se encontraba Inglaterra.
El actual Gobierno de la alianza Cambiemos reubica nuestro país en ese horizonte. Y busca hacer viable los negocios y las inversiones extranjeras mediante la connivencia con las potencias saqueadoras y usurpadoras.
La desaparición del submarino nos presenta como un país débil, que no puede hacerse cargo de las mínimas responsabilidades en lo que hace a la ocupación y patrullaje de los territorios que reclama como propios. En ese sentido los medios "festejan" la colaboración internacional (inglesa y norteamericana entre otros); no lo hacen como una cuestión de solidaridad, lo presentan y reivindican como una política de alineamiento.
Esto en realidad solo demuestra nuestra incapacidad de llevar adelante los despliegues necesarios para cubrir accidentes y otras catástrofes que se den en al mar. Así la presencia del usurpador británico aparece como "amigable", y su base como la más segura para prolongar el saqueo, que ya la tiene como eje (al cual nuestro gobierno busca asociarse renunciando a la soberanía).
Encontrar el submarino y rescatar a los marinos con vida es una prioridad pero, sin dudas, a partir de esta desgraciada situación nuestro país quedará aun mas indefenso, entregado a la apoyatura de las potencias que usurpan nuestro territorio, aun para actividades policiales y de rescate.
La política de defensa que haga posible hacer efectivo el reclamo de soberanía sobre el territorio y sus recursos solo se puede hacer efectiva pensando la defensa nacional en forma que tenga en cuenta las inversiones necesarias acorde a una estrategia de independencia económica y soberanía territorial.
Ese es el desafío del campo popular.
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