En “El Condensador de Fluzo” dedicado a las revoluciones, Miguel Ángel Cajigal, más conocido como El Barroquista, habla de la manipulación de las imágenes por las figuras de poder de la historia.
Antes de la fotografía y el vídeo, las imágenes las producían los artistas. Esto daba mucho margen para que quienes tenían el poder manipularan las imágenes de manera sutil… Y no tan sutil. El emperador Augusto, por ejemplo, se hizo retratar como Pontifex Maximus, la cabeza religiosa de Roma, encargado de vigilar las tradiciones. Con las arrugas del entrecejo, buscaba transmitir la imagen de preocupación por el Estado.
Las fotografías no siempre muestran la verdad: también se pueden manipular cambiando o incluso borrando parte de la imagen. Stalin sabía mucho de esto. Donde esté Stalin, que se quite el Photoshop. En la famosa foto de la toma del Reichtag, símbolo de la derrota de Hitler y el final de la Segunda Guerra Mundial, Stalin mandó hacer “algunos retoques”. Si quieres saber más, no te pierdas la sección completa en RTVE A La Carta.
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