1. La sociedad influye en cómo ves tu cuerpo, en cómo percibes tu piel, con tantos bombardeos de gente joven y esbelta es natural que a los 40 años, tengas una percepción totalmente distorsionada de la belleza física, que al final, no seas sensible que tú misma, tienes tu propia belleza interior. La sociedad desempeña un papel crucial en cómo percibimos nuestro cuerpo y nuestra belleza. Desde una edad temprana, estamos expuestos a una avalancha de imágenes e ideales de belleza a través de los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales.
2. La Belleza física es tan subjetiva, como el número de gustos que hay en el mundo; las personas pueden tener gustos muy diferentes, y con ello una mujer delgada y esbelta puede ser admirable para algunos, mientras que para otros, ser rellenita, puede ser igualmente hermoso. La belleza que hay en ti, es algo que solo los verdaderos conocedores pueden reconocer, ante los ojos equivocados; todos somos feos, aún cuando la belleza que tengamos iguale a la de una sirena.
3. Tu cuerpo, tus cambios. La realidad es que tu cuerpo ira cambiando a medida que pasen los años, y con ello nuevas necesidades físicas entrarán en juego. Aquí simplemente, se trata de un cambio en el modo en que te alimentas, en que vives, son etapas diferentes de la vida. Por lo tanto, no tienes porque sentir que estás fea ante el espejo, antes bien es un cambio, algo que genera una nueva experiencia, nuevas vivencias, nuevas emociones.
4. Todo a su tiempo; las cosas vienen cuando tienen que venir. Hay gente que se ve al espejo y piensa que está vieja, porque a su edad, no ha tenido hijos, no se ha casado o no ha logrado comprar la casa que tanto quiere. Esto es natural, ya que la sociedad misma va estableciendo las fechas, en que tenemos que casarnos, tener una relación, hijos, o comprar un carro. Sin embargo, nuestros propios tiempos son, nuestros. Es decir, cada uno ira alcanzando esas etapas de su vida, no cuando tenga que hacerlo; sino cuando esté listo.
5. Hay gente joven de 29 años sintiéndose viejos. El contexto lamentablemente influye negativamente en nuestra percepción de las cosas, la historia de un chico que entró en la Universidad a sus 29 años prueba, que el contexto influye en nosotros. Él al ver que muchos de sus compañeros de primer semestre, eran de edades de 19, 20 ó 21; genera una sensación de que ya vas demasiado tarde. Lo mismo pasa cuando se tiene 40 ó 50 años. Pareciera que las mismas circunstancias nos imponen unas fechas, cuando en realidad, cualquier fecha es buena para empezar algo.
6. No te pierdas pensando en el ayer, recuerda que el hoy tiene nuevas vivencias. Verás hay muchas personas que de jóvenes no pudieron hacer cientos de cosas, cuando adultos, se lamentan de la vida tan frustrada que tuvieron de niños, que sienten que esas etapas se perdieron, que los 15 años nunca volverán, que no volverán a experimentar esos amores de juventud, que no podrán tener un noviecito de mano sudada. La verdad, es que eso; es ¡mentira! Cuando los años pasan, uno gana algo sumamente importante: LIBERTAD.
José, es un hombre que durante su niñez, se dedicó a lustrar zapatos, y nunca tuvo figuras de acción, solo veía que sus amigos si podían tenerlo, y él no. Cuando tuvo 40 años, fue a una juguetería, y se compró lo que no pudo de niño, se armó una habitación en su casa, y empezó a coleccionar aquellos juguetes que nunca pudo tener. Disfrutó esa etapa de su vida, porque por fin se compró aquel tractor que tanto quería tener. Hay etapas que no debemos darlas por perdidas; puede que tengamos 50 años, pero podemos aún hacer cosas de niños.
7. Inténtalo, lo peor que puedes hacer es el ridículo. Que para variar, poco te debe importar lo que otros piensen. Mucha gente se pierde de la belleza de la vida, porque sienten que ya no están en edad de hacer esto, o aquello. Pero ¿a quién le importa? Estela era una mujer 65 años de edad, que asistía a discotecas y salones de baile. Algunos maliciosamente le decían: “La momia bailadora”. Porque era delgada y llena de arrugas, pero ella los ignoraba, y seguía bailando con más efusividad. Ella disfrutaba, mientras que los envidiosos, se remordían de envidia. Una vez un tipo le dijo: “vaya que eres una momia salida de un sarcófago” y ella le respondió, “Muy momia, pero al menos a mí no me truena la rodilla al caminar”. Cosa que acomodó mal al tipo que se había burlado de ella, porque efectivamente, el tipo tenía 39 años, y su desgastada rodilla se escuchaba tronar cuando el pobre hombre caminaba.
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